Según L’Equipe Lance Armstrong consumió EPO durante el Tour de 1999, he ahí la noticia que muchos deseaban leer, aunque por su dimensión ha caído como una bomba. El diario francés ha entrado en un juego muy peligroso, y si este affaire sienta un precedente puede tener unas consecuencias terribles para el ciclismo, pues se trata de una injusticia mayúscula, seguramente, la mayor cometida en el deporte.
En este caso, se han aplicado unos medios técnicos de detección de sustancias prohibidas para analizar muestras de orina del pasado y además sus resultados han sido publicados en un medio de comunicación. ¿Qué ocurriría si con los medios de detección actuales se analizaran ahora las muestras de orina (cosa imposible porque no las hay) de corredores del pasado como Eddy Merckx, Bernard Hinault, Greg Lemond, Laurent Fignon, Miguel Indurain, Tony Rominger y todos aquellos que corrieron en esas épocas o anteriores? ¿ Y qué ocurrirá si las muestras actuales son analizadas dentro de diez, quince o veinte años?
Además, en este caso en particular, la conservación de las muestras de orina de los Tour de 1998 y 1999, obedecía al intento de perfeccionar la detección de sustancias hasta entonces indetectables, y se garantizó que todas las muestras serían anónimas y que en ningún caso supondrían una prueba para sancionar a un ciclista. En cambio ahora, L’Equipe dice estar en situación de poder demostrar que seis muestras de orina corresponden a Lance Armstrong, cosa muy dudosa por otra parte. Es, no hay duda, una auténtica traición y un nuevo intento de desprestigiar al corredor más grande en la historia del Tour
La legislación antidopaje y la lista de sustancias prohibidas sufren cambios prácticamente todos los años, y evidentemente, los medios de detección también mejoran, y precisamente por ello no es de recibo que muestras del pasado sean analizadas con los medios actuales o con los que existan en el futuro, porque en ese caso el deporte de competición no tendría ninguna credibilidad, siempre estaría sujeto a posibles cambios en la lista de sustancias prohibidas o al perfeccionamiento de los métodos de control.
El deporte debería juzgar a sus protagonistas en base a las leyes vigentes en cada momento, y bajo esa perspectiva Lance Armstrong no tiene la más mínima mancha de dopaje.
Tienes más o menos razón en el comentario. De todas formas en la normativa actual, el plazo de vigencia de una muestra o de una declaración relacionada con temas de doping es de 8 años (podeis ver la normativa de la Federación Española de Ciclismo), y el caso que nos ocupa entramos en ese plazo.
No obstante la imposibilidad de que el ciclista tenga derecho a un contraanálisis (no hay tercer frasco de muestra que en ocasiones puede existir según la normativa específica) hace imposible el que se le pueda sancionar según mi criterio. Como muestra ahí está el caso de Tyler Hamilton en la Olimpíada de Atenas y su positivo en la muestra A debido a una homotransfusión, que al no estar en condiciones de ser analizada la muestra B quedó sin efecto.
En el caso de Armstrong el gran problema que surge es por un lado el del laboratorio que tiene que cumplir con lo que se denomina una cadena de custodia y los datos de los análisis no debían haber salido nunca del propio laboratorio, y por otro lado de la Federación Francesa de Ciclismo (su comisión antidopaje o como se le llame) que tampoco tenía que haber filtrado o que se le pillaran los formularios de los controles antidoping de diferentes ciclistas (cuyas fotocopias han aparecido en la prensa).
Visto que el laboratorio de control antidoping no ha cumplido bien su papel (el de la custodia), uno puede pensar que en otros aspectos tampoco lo cumpla y entonces se puede hacer una reflexión (posiblemente no cierta, pero…) en el sentido de por qué no pensar que el propio laboratorio ha introducido EPO recombinante en la muestra a analizar?