Superioridad demostrada por Alberto Contador en la montaña. Seguramente será el mejor corredor del momento, pero el Tour no ha concluido. Para ganar esta carrera hay que ser el mejor en todos los terrenos y en todos los aspectos. Es cierto que por el momento ha demostrado ser bueno en la crono, ser el mejor en las dos llegadas en alto, pero tendrá que demostrar que es el mejor hasta el final. Aún le quedan situaciones difíciles de superar, y para ello necesitará de su equipo y de Armstrong. ¡Curioso no! Un corredor al que la prensa nacional ha criticado con dureza, ahora le pedimos que trabaje para Alberto.
Hoy he leido declaraciones de dos grandes corredores y dos grandes personas. Da gusto oir hablar a gente que entiende de esto, gente humilde, gente buena.
Rubiera ha dicho que le da pena el trato que se le ha dado a Armstrong. Dice que la imagen que el público español tiene de él no es la real, y que es un buen tio. Yo también lo corroboro, aunque le conozco un poquito menos. Lo cierto es que si Rubiera dice eso por algo será. Y además viniendo de un corredor y una persona como “Chechu”, creo que no hay más que decir.
Por otro lado Carlos Sastre ha declarado estar dolido con el Tour y con la prensa por el trato recibido. Y creo que no le falta razón. Es el último ganador en Paris y nadie lo ha tenido en cuenta. Es un corredor que ha estado durante los últimos años siempre en el “top ten” y habría que respetarle un poco más. Según Sastre “han querido crear un ídolo, y ahí lo tienen”, pero mientras tanto nadie tiene respeto por los demás. Totalmente de acuerdo.
Parece que las expectativas previas al comienzo del Tour se van cumpliendo.
El gran favorito era Contador y por ahora al menos está haciendo bueno el pronóstico. Parece bastante claro que puede ganarlo, pero por si acaso habrá que dejar una puerta abierta a cualquier otro.
Cavendish está haciendo bueno el pronóstico y ya le queda menos para llegar a las 5 victorias como pronosticaba Xabier.
Nos queda por ver la influencia que puede tener el Mont Ventoux la víspera del final, cuando ya no quedan más cartuchos que quemar para nadie. Antes siempre parecía que la contrareloj podía cambiar algo, pero esta vez tras el mont Ventoux sólo queda el paseo hasta París.