Alejandro Valverde ha ganado el Tour de Mediterraneo en su debut en la carrera. Es un buen dato, sin duda. Seguramente no está a tope y un corredor que es capaz de ganar en cualquier tipo de prueba sin estar al ciento por ciento es un gran corredor. Tiene mucha clase, vamos.
Es probable que esa victoria no tenga otra lectura que la hecha anteriormente, pero habrá gente que piense otras cosas y argumentados decentemente pueden ser respetables. Además, hay datos para ello. El año pasado sabedor que no podría participar en el Tour de Francia, Valverde adelantó su estado de forma para ganar en mayo y junio la Volta a Cataluña y la Dauphiné Liberé. Evidentemente fue un acierto, porque de haber hipotecado todo para el Tour su temporada no hubiera sido tan brillante.
Es sabido que Valverde está pendiente de la resolución del Tribunal de Arbitraje Internacional para conocer definitivamente en que queda su supuesta implicación el la Operación Puerto. Y el castigo, claro. El 13 de enero el TAS desestimó la petición de la UCI y de la AMA de suspender al corredor murciano a nivel mundial, y no sólo en territorio italiano como pide el CONI. No es mal comienzo, pero los dos organismos internacionales no darán su brazo a torcer con facilidad y Valverde tendrá que volver a juicio los días 19, 20 y 21 de marzo.
Es posible que entonces conozca la decisión definitiva y que pueda ser el impedimento para correr durante dos años. Es lo que ha pensado más de uno al verle ganar con tanta premura el Tour del Mediterraneo.
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