Hasta la llegada de Greg Lemond, Estados Unidos no tuvo ningún ganador del Tour de Francia. Antes, unos locos como el californiano Jonathan Boyer, que ejercieron de pioneros, se atrevieron con la aventura europea y algunos lo hicieron con mucha dignidad. El ciclista del que hablamos, Boyer, fue 12º en el Tour de Francia de 1983. La llegada de Greg Lemond cobró mucha más notoriedad dado que ese mismo año ganó el Campeonato del Mundo en Altenrhein, Suiza. Posteriormente logró ganar el Tour de Francia en tres ocasiones.
Con Lance Armstrong y sus, entre otras, siete victorias consecutivas en el Tour, Estados Unidos ha cobrado otra dimensión, hoy en día se puede decir que es una de las potencias más destacadas a nivel mundial, tanto en corredores, como, sobre todo, en cuanto a equipos y sponsors. Pero tienen una deuda pendiente, la Paris-Roubaix.
El infierno del Norte es con mucha diferencia la carrera de un día más seguida por los aficionados estadounidenses. Pero nunca la han ganado. Greg Lemond y George Hincapie han estado cerca. Lemond fue cuarto en 1985, año en el que ganó Marc Madiot. Hincapie ha hecho de la París-Roubaix el sueño de su vida deportiva que a punto estuvo de culminar en 2005 al clasificarse en segunda posición detrás de Tom Boonen. Esa deuda que tiene Estados Unidos con la París-Roubaix la puede finiquitar Taylor Phinney, el nuevo Campeón del Mundo contrarreloj de la categoría Sub-23.
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