En la historia del ciclismo el único apartado que ha estado mínimamente organizado ha sido el de los organizadores. De ahí que se hayan constituido en el poder más determinante del organigrama actual, muy por encima de la UCI, que teóricamente debería ser quien dirigiera el devenir de este deporte. Pero a la UCI le falta poder económico, y a los corredores y equipos, unión, algo que parece muy difícil de conseguir porque pese a las urgencias no lo han logrado. Así les va.
Como cualquier otro poder que se cree absoluto, los organizadores han hecho lo que les ha venido en gana. Desde imponer productos (coches, botellines, gorras…..) que iban directamente en contra de los intereses de los equipos, a dejar fuera a corredores que supuestamente habían cometido alguna infracción que nunca se llegó a demostrar. Los organizadores profesionales, sobre todo los del Tour de Francia han ninguneado a los ciclistas y equipos , y como todo lo malo se contagia, ahora también lo hacen los del Giro y la Vuelta, que al fin y al cabo casi casi son los mismos porque se han montando un monopolio de narices. Pero resulta que como en cualquier empresa lo único verdaderamente imprescindible es la mano de obra y si es cualificada mucho mejor.
Se acaba de conocer que la empresa ASO (organizadora del Tour de Francia) tuvo un incremento en ventas de 32 millones de dólares gracias a la participación de Lance Armstrong en el Tour de Francia 2009, donde el americano finalizó tercero tras un vibrante duelo con su compañero de equipo Alberto Contador. La organización renovó al alza la sponsorización de Skoda y la empresa francesa de telecomunicaciones Orange, y la audiencia a nivel global se incrementó en un 10 %.
En no pocas empresas modernas comienza a haber un reparto de los beneficios con los trabajadores para que estos se sientan motivados y partícipes de un proyecto común. Es, dicen los entendidos en la materia, una de las claves del éxito. Lógico sería por tanto, que los beneficios que generan los ciclistas se reinviertan en los propios ciclistas o sus equipos, al igual que hacen algunos deportes y como pretendía el UCI Pro Tour logrando así una fuente de ingresos que facilitara la viabilidad de los equipos a largo plazo.
No parece que esto vaya a ocurrir de inmediato, porque una vez más la UCI y los equipos han agachado las orejas ante el poder económico que forman los organizadores, que seguirán, como siempre, dirigiendo el ciclismo con filosofía absolutista y repartiéndose los beneficios que, en parte, deberían corresponden a los ciclistas, que son la materia prima de este deporte
luego estan otro tipo de organizadores, los de las carreras pequeñas que estan desapareciendo o consiguen sacar la carrera con muchos apuros y sacrificio.