Seguramente hable desde la rabia que corroe mis entrañas, pero Ricardo Riccó no merece más oportunidades. No hay perdón para él. No tiene sitio en el ciclismo, ni él ni nadie que actúe deliberadamente de una forma similar. La desgraciada situación que vive actualmente el ciclismo no puede permitirse medias tintas. Es hora de actuar.
No es que Riccó se meta el dopaje por las venas, lo lleva en las venas. Que se sepa, no es la primera vez que Riccó se ve inmerso en problemas de dopaje. Ni la segunda, ni la tercera. Es, al menos la cuarta. Los primeros problemas datan de cuando era Junior. Superó hasta en tres ocasiones la tasa de hematocrito permitida. Luego demostró ser natural. Mentira. En 2007, después de ganar de forma asombrosa dos etapas en la Tirreno-Adriático, unas escuchan telefónicas dejaron entrever que tenía algún tipo de relación con una red de dopaje. Escapó. Hasta el 2008, año en el que tras haber sido segundo en el Giro de Italia detrás de Alberto Contador (ganó tres etapas), se impuso en otras dos en el Tour de Francia gracias a la CERA. Lo demostraron los controles antidoping. Cumplió 20 meses de sanción y volvió el año pasado. Antes de un año de su vuelta, un ingreso en un hospital por los efectos de una autotransfusión hecha en malas condiciones ha dejado de manifiesto su conducta irresponsable.
Riccó ha actuado con premeditación y alevosía aprovechándose del, hasta el momento, ejemplar comportamiento de otros corredores para intentar engañar a todo el mundo. Jamás un arrepentimiento ha estado lleno de tanta hipocresía. Declaró estar dispuesto a “no cometer los errores del pasado”. En cuanto su novia Vania Rossi, también ciclista, dio positivo por EPO afirmó que abandonaba esa relación porque perjudicaba el camino recién emprendido. Mentira. Es la madre de su hijo y el domingo estaba junto a él cuando ingresó en el hospital. También acudió, al igual que Iván Basso, al centro Mapei que dirigía Aldo Sassi. Sassi murió en Diciembre por un cáncer y ante el cuerpo aún caliente Riccó aseguró que jamás faltaría a la palabra de dio al famoso fisiólogo. Mentira.
Ante situaciones como esta son los propios corredores quienes tienen que tomar cartas en el asunto. El Saunier Duval desapareció por los positivos de Riccó y Piepoli. La venganza del Tour del Francia se ha extendido hasta el Geox (misma estructura empresarial que Saunier Duval), que no ha sido aceptado para correr ni la carrera francesa ni otras pruebas de prestigio. ¿Qué hará ahora el Vacansoleil de Riccó?. Jamás podrá deshacerse de la deshonra que supone para su imagen.
Riccó ha estado agonizando, pero ha dejado en una situación similar a su equipo. Eso es inaceptable y creo que ante situaciones de ese tipo es hora de que los propios corredores alcen la voz. Su futuro, el de todos ellos, está en juego.
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bestetan hipokrei handiakin ibiltzen aiz