Cuando la UCI propuso viajar hasta Australia para disputar una carrera que en sus comienzos era bastante modesta, muchos corredores y sobre todo equipos pusieron más de un reparo. Aunque ofrecían algo de dinero por ira hasta allí, no se trataba, ni mucho menos, de los petrodolares que ofrecen hoy Qatar u Oman, ni el Tour de Francia estaba detrás de la invitación. Unos cuantos años más tarde, Australia está de moda.
Hace tiempo que los corredores de las antípodas están destacando. Casi todos cumplen el mismo patrón, son corredores rápidos, con buena técnica y que se desenvuelven con acierto contra el crono. Es el aprendizaje que les ha dado la pista, la auténtica cantera del ciclismo australiano. No todos son estrellas, la mayoría trabajan de lanzadores de otros corredores más rápidos, pero a la menor oportunidad aciertan con la diana. Mattew Goss, ganador hoy en la Paris-Niza es un claro ejemplo. Gred Henderson (Nueva Zelanda), ganador ayer, otro. Y hay muchos más, muchos.
La mayoría son fruto del trabajo que inició la federación años atrás. Porque en Australia no existía el ciclismo profesional, no había grandes estructuras, el trabajo lo ha tenido que hacer la federación. Como en Gran Bretaña, otro país que ha roto con la tradición de la vieja Europa, anclada en muchos aspectos en el pasado.
Trabajando bien la base la punta de la pirámide comienza a asomar con brillo en el ciclismo internacional. Tienen corredores de élite, y no pocos, una carrera en el ProTour y el año que viene un equipo exclusivamente australiano. Seguro que no podrán reunir a todos, pero con los Evans, Porte, Haussler, O’Grady, McEwen, Henderson, Matthews, Goss, Cameron Meyer, Rogers, Jesse Sergent, Allan Davis Mark Renshaw, Ben Swift, Chris Sutton, Jack Bobridge, Travis Meyer, Leigh Howard, Johnny Walker, Graeme Brown, Ben King, Simon Clarke, Wesley Sulzberger, Mitchell Docker, Adam Hansen, Matthew Lloyd, Rony Sutherland, Baden Cooke, Brett Lancaster, Simon Gerrans, Matthew Hayman, y algunos más bien se podrá apañar un equipo que refleje con orgullo el potencial que en pocos años ha logrado Australia.
Ben swift es britanico y no australiano, tranki usabiaga, te perdonamos, jajaj