Una vez más la Tirreno-Adriatico ha sido mejor que la París-Niza, donde todo se decidió en la crono del viernes. Los tres primeros clasificados de la general han salido de los cuatro primeros en la crono. La carrera no ha tenido más emoción que las victorias de etapa. Todo ha ido según lo previsto. Una pena, pues nada más soso que se cumplan los pronósticos.
Todo lo contrario a la Tirreno-Adriático que hasta la víspera de la última crono nada tenía decidido. Creo que fue un error disputar la crono por equipos porque Rabobank consiguió unas ventajas que parecían insalvables pero el recorrido, maravilloso como siempre, y el buen hacer de los corredores resolvieron ese problema con un espectáculo exquisito. Ver durante tres días seguidos a Cunego, Scarponi, Basso, Nibali, Evans, Gilbert, Visconti, Cancellara, Hushovd etc. disputando la carrera a muerte ha sido un auténtico deleite, la antesala de lo que se verá el sábado en la Milán-San Remo, porque también este año creo que el ganador saldrá del pelotón que ha disputado la Tirreno-Adriático. Raro sería que no ocurriera así. Desde el año 2000 todos los vencedores de la Milán-San Remo han corrido la Tirreno sin excepción. Hay que remontarse hasta 1999 para encontrar a un ganador en San Remo que viniera desde la París-Niza, fue Andrei Tchemile.
De todos los aspirantes a la victoria en la costa mediterránea tan sólo dos han estado en Francia, se trata de Heinrich Haussler, una opción verdadera, y de Peter Sagan, que aún muestra alguna inseguridad para citas de ese calibre. El resto ha estado en Italia y contarán con la ventaja de haber corrido de la misma forma, con idéntico tipo de esfuerzo y con el mismo nerviosismo que caracteriza a la Primavera.
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