No hay otra ley en los puertos, sino la del más fuerte. Es lo habitual. De poco sirven las estrategias trazadas en la pizarra sino se cuenta con más fortaleza que los adversarios. Las virtudes y las deficiencias afloran sin remedio. Basándonos en ese principio la victoria de Samuel Sánchez en Arrate, nos debería llevar a pensar que ha sido el más fuerte, pero no es así. Las imágenes lo han dejado claro. No ha atacado en una sola ocasión y además tardaba mucho en responder a los cambios de ritmo de sus contrincantes, señal inequívoca de ir con el gancho.
A pesar de todo, las fuerzas han estado muy muy igualadas. Ha habido más empeño que capacidad. Jamás han llegado once corredores juntos al Santuario de Arrate. Es un dato que define muy bien lo que comento. Por tanto, cuando las fuerzas no son decisivas, son otros factores los que recobran una importancia vital. En eso ha acertado el del Euskatel. Ha sido más listo que el resto. No ha gastado un gramo más de lo justamente necesario. Ha sabido moverse y esperar en los momentos en que era preciso moverse o esperar. Es un maestro en esas labores, el rey de la astucia. Y como además de conocer muy bien la llegada (ganó el año pasado, y fue tercero hace dos), no tiene miedo y es habilidoso, ha podido imponerse sin haber sido el más fuerte. Chapeau!!!
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