Mark Cavendish ya respira tranquilo. Y su equipo también. Ya tienen todos los objetivos planteados para el Giro en el zurrón. La crono por equipos, el maillot de líder (con Pinotti y Cavendish) y una victoria de etapa lograda de forma aplastante. Es su estilo, el de Cavendish. Pocas victorias apuradas se le conocen, la mayoría son holgadas, como la de hoy en la que nadie más ha tenido la más mínima opción de ganar.
El triunfo de hoy indica dos cosas. Una que cuando fue batido por Petacchi en la segunda etapa, cometió un error de cálculo imperdonable. Se durmió a rueda de Mark Renshaw y cuando reaccionó ya era tarde. Pese a las protestas en contra del ganador, la única culpa fue suya. Y segundo, que ya ha comenzado su reinado para esta temporada. Hasta hoy sólo llevaba dos triunfos, un bagaje muy pobre para los sprinters, acostumbrados a llenar el saco de victorias desde las primeras carreras del año.
El año pasado también le costó mucho entrar en forma. Se habló de los problemas bucales de principio de temporada y, también tuvo otros problemas personales que pasaron más desapercibidos. Pero una vez que entró en racha nadie pudo impedir su hegemonía. No fue el esprinter más laureado (Andre Greipel), y ni tan siquiera llegó a la mitad de victorias de 2009 (23), pero logró 5 triunfos en el Tour y 3 en la Vuelta. Nadie más puede decir eso.
Todo las carencias que ha estado padeciendo estos días le han venido bien. El sufrimiento físico le ha puesto en forma, o camino de ella, y la presión de los medios le ha hecho espabilar. Su nuevo reinado es sólo cuestión de recorridos y tiempo.
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