No conozco el ciclismo anterior a los ochenta, pero según me cuentan, he leído y conozco por los datos, debía ser algo parecido a lo que vimos camino de Gardeccia, en la 15ª etapa del Giro de Italia. Una etapa que fue histórica por la dureza y el desnivel superado, y antológica por su desarrollo. El ciclismo anterior a la ciencia, era el ciclismo de los líderes, de los superhombres intentando superar de una forma más o menos natural las dificultades orográficas. Un ciclismo sin miedo a perder y con arrojo para ganar. Un ciclismo menos controlado y más impulsivo.
A partir de los ochenta, y sobre todo con posterioridad a los 90, el ciclismo de la preparación científica y los superequipos mataron en cierta forma la esencia de este deporte. Se había llegado a tal estado de control que no era raro encontrar gregarios del mismo nivel que algunos líderes, lo que cortaba cualquier intención de ataque. Ha habido etapas del Tour de Francia en los Pirineos que el equipo del líder llegaba hasta el último puerto con todo su equipo estrujando el cuello al pelotón y el tran-tran de la subida impuesto por corredores capaces de ganar vueltas grandes no permitía ataques más allá que en las cercanías de la meta.
Lo visto camino de Gardeccia no tuvo nada que ver con todo eso. Tal y como exigía el recorrido, los protagonistas fueron los líderes, los auténticos líderes. Nada de trabajo de equipo. Es lo que quiere la gente, lo que necesita el ciclismo. Un ciclismo abierto, sin la autoridad inquebrantable de un líder inhumano. Contador es muy superior, de acuerdo, pero el domingo tuvo que arreglárselas por sí solo atacando en tres ocasiones para poner un poco de orden ante los no pocos corredores que se le estaban subiendo por las barbas. Tampoco sus adversarios contaron con la ventaja del equipo, cada uno tuvo que jugar en solitario sus mejores cartas. Algunos atacando desde lejos (Garzelli, Nieve). Otros bajando, caso de Nibali.
Todos sin excepción sufrieron el castigo de un recorrido excesivo que nos hizo viajar al pasado a través del incomparable marco de los Dolomitas.
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