Samuel Sánchez ha ganado en Arrate. Ya tiene su etapa, la sexta de la Vuelta al País Vasco. Y, de paso, ha puesto un record: tres victorias consecutivas en el Santuario. Perdurará en el tiempo. No es fácil ganar ahí arriba, y menos en tres ocasiones seguidas. Será el rey de Arrate por mucho tiempo.
Apenas ha ocurrido nada fuera de lo normal. Los favoritos, los principales, han estado ahí. Samuel y Horner, que junto con Joaquín Rodríguez ha sido el más valiente, el primero en romper las hostilidades. No sólo ha atacado, le ha dado continuidad, como hacen los grandes. Apenas sin mirar atrás, el estadounidense ha pedaleado con personalidad, sin esperar nada de otros, haciendo su camino. Joaquín Rodríguez ha estado a su altura.
Samuel, más frío, más calculador, más zorro, ha llegado más tarde. Pero lo ha hecho con facilidad, aunque quedándose a un metro del dúo, les quería hacer pensar que iba justo. Luego, muy cerca de meta, ha vuelto a hacerse el remolón y Joaquín, que también quería la etapa, se lo ha echado en cara. Creo que el catalán tenía razón. Samuel ya no engaña a nadie, a veces creo que se excede en querer falsear su estado. Y a veces le ha costado muy caro. Pienso que fue una de las razones para no ganar en Alpe D’Huez en el pasado Tour de Francia. Tiene el estatus de un campeón, pero no siempre actúa como tal. Creo que de hacerlo, ayer hubiera tirado a muerte en cuanto atrapó a Horner y Joaquín Rodríguez y hubiera antepuesto el eliminar a muchos adversarios a ganar la etapa. No lo hizo, tiene una etapa pero también una nueva amenaza que se llama Tony Martin, el ganador de la crono del año pasado.
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