Además de la nula labor del BMC como equipo en favor del líder Taylor Phinney y de la escasa capacidad del Sky para mantener el orden en el sprint, me está llamando la atención el comportamiento del Liquigas, y sobre todo su líder, Iván Basso. Es sin duda, el líder que mejor se está desenvolviendo en las primeras etapas, quien menos riesgos está corriendo y el que mejor arropado está por sus compañeros. En sí no es ninguna novedad porque el italiano siempre ha acostumbrado a correr así en la carrera italiana. Pero es tal la progresión que ha tenido en una semana que parece increíble que estemos hablando del mismo corredor que hemos visto esta temporada.
Basso jamás se ha arrastrado en la carretera, su condición natural le ha permitido casi siempre finalizar las carreras con dignidad. Hasta este año, que no se sabía si estaba o dejaba de estar. Ha acudido al Giro de Italia con 21 días de competición. Ningún resultado. Se retiró en Laigueglia, París-Niza y Cataluña. Se clasificó en 22ª posición en el Trentino y peor en Romandía, el 33º.
Es bien sabido que es muy poco conveniente estar al ciento por ciento en las carreras previas a una gran vuelta porque luego el cuerpo no aguanta y revienta antes de tiempo como ocurre a no a pocos corredor cada año. Pero de estar a tope a estar como ha estado Basso dista un abismo. Por eso no esperaba de él semejante comportamiento ni en la crono ni en las dos primeras etapas. Está claro que está muy concentrado, que no quiere perder ni un segundo ni correr un solo riesgo y su comportamiento está siendo la de un corredor que va a por todas. Su transformación, aunque imprevisible es positiva para la carrera.
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