Al Giro de Italia sólo le queda una semana por disputarse, tres etapas de gran montaña y una crono, y aún no sabemos nada. Lo cual tampoco quiere decir que sea malo, sino más bien lo contrario, pero no estamos acostumbrados a tanta incertidumbre. Casi todos los años la carrera ha tenido un dominador que ha dejado la cosa sentenciada bastante antes que las últimas jornadas. Según parece este año la victoria estará muy reñida hasta la última crono.
No hay ningún líder con garantías absolutas, ni tan siquiera aquellos que han vestido el maillot rosa en los últimos días. En Cervinia, el sábado, Hesjedal parecía ser el coloso que sugiere su enorme físico, pero al día siguiente, en Pian de Resinelli, empequeñeció por debajo del tamaño de Joaquím Rodríguez que fue tan grande como en sus mejores días. El líder del Katusha sacó provecho a esa arma letal que tiene en los esfuerzos cortos e intensos. Pero para mí tiene un par de problemas. Uno que lleva mucho tiempo en forma. Hay que recordar que ya a principios de Abril, en la Vuelta al País Vasco, estuvo a tope, y no sé como podrá aguantar toda la montaña que hay en esta última semana. Otra la crono final, para cual necesita más tiempo que el que tiene actualmente, problema que si las cosas le van bien podría incrementar de la misma forma en la que lo ha hecho hoy.
Sin embargo también tiene cosas a favor. Recuperado Alberto Losada, tendrá al menos a dos buenos corredores para marcar el ritmo en los puertos, el mencionado Losada y Dani Moreno. Pero visto lo visto hasta ahora, quizás no le haga falta porque el Liquigas se encarga de hacer el trabajo que corresponde a cada líder. Jamás he visto tanta desigualdad como la que demuestra el Liquigas entre el trabajo que hacen y lo poco que lo luce su líder, Ivan Basso, que hasta el momento no ha sido capaz de nada, ni de rematar el excelente trabajo de su último hombre, Sylvester Szmyd, merecedor de galones más importantes que la de trabajar a destajo para nada.
Tampoco parece que deba temer mucho a Michele Scarponi, que sí está demostrando valentía pero no la fuerza suficiente para asustar a nadie.
Con esta situación Joaquím Rodríguez lo que tiene que hacer es tener paciencia y cautela, intentar aguantar los chaparrones que le caigan con el propósito de robar segundos con sus ataques finales para engordar una diferencia que le permita disputar la crono con garantías para hacerse con la victoria final.
Aunque merece un post entero, sirvan estas pocas líneas para homenajear a Matteo Rabottini que sin pretenderlo ha realizado una maravillosa gesta que será parte de la historia. Pocas veces se ha visto a un corredor modesto y joven realizar una hazaña de tal calibre. Su coraje ha sido descomunal por hacer frente a un recorrido tremendamente duro para hacerlo en solitario. Su nivel deportivo ha sido extraordinario por haber soportado la amenaza constante de 12 grandes corredores que pese a su empeño no han podido dar alcance al pequeño corredor italiano. Y la gestión de su fuerza ha sido perfecta por haber tenido la reserva suficiente de aguantar a Joaquím Rodríguez y rebasarlo en la línea de meta de una forma que ha agrandado la victoria más que si hubiera llegado en solitario.
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