Wiggins contra la tradición

Bradley Wiggins dio una auténtica exhibición en la crono de la Dauphiné. 34 segundos al Campeón del Mundo, y lo que puede ser más importante, 1’43’’ a Cadel Evans, ganador del pasado Tour y uno de los principales favoritos para volver a hacerlo, es una barbaridad. Con estas diferencias y haciendo las cuentas de la lechera Wiggins debería ganar el Tour de Francia. Pero las cosas no son tan simples.

No es la primera vez que un corredor se sale en la carrera alpina para luego caer en el Tour de Francia. Remontémonos al año 2004. Un colosal Iban Mayo le metió 1’57 al mismísimo Lance Armstrong, que ya había ganado 5 Tours, en la crono del Mont Ventoux. En el Tour las cosas fueron diametralmente opuestas. El americano volvió a ganar una vez más, y el vasco, hubo de retirarse aquejado de una baja forma inevitable.

¿Le ocurrirá lo mismo a Bradley Wiggins?. La fisiología y las estadísticas dicen que no. Es imposible mantenerse al máximo nivel durante dos meses consecutivos y se supone que para ganar el Tour cualquier ciclista debe estar al cien por cien. Además, de las 64 ediciones de la Dauphiné sólo en 10 ocasiones los vencedores han repetido victoria en el Tour de Francia. El mismísimo Indurain sabe lo que es claudicar en la ronda francesa después de haberse impuesto en la Dauphiné, le ocurrió, como no, en 1996.

Pero este año puede ser diferente. Primero porque es probable que Wiggins no esté aun al ciento por ciento, y en ese caso no tendría problema en rendir al máximo durante el mes de julio. Si ahora está a tope sería otra cosa. Y por otra parte, este año la Dauphiné no es tan dura como otros años, lo cual quiere decir que para ganarlo no tendrá que realizar esfuerzos colosales. Con la exhibición de ayer será suficiente.

Por tanto, Wiggins podría superar la tradición de la Dauphine-Tour, y también la de su propio país que aún no tiene un ganador absoluto del Tour de Francia.