Este deporte tiene algo fuera de lo normal. Los ciclistas ayer sufrieron mucho. Hay que estar muy en forma para rendir a buen nivel, hay que estar fino. El ciclista cuida mucho su porcentaje de grasa, más si se trata de un corredor que sube bien, de un escalador. En la vuelta al Pais Vasco, casi todos son corredores finos. Los equipos inscriben a sus mejores escaladores y ayer todos ellos lo pasaron mal. Salieron confiados, pensando que el sol les acompañaría hasta el final, pero la climatología les traicionó. Luego la duda interminable del ciclista les hizó arriesgar. Existe el miedo a vestirse demasiada ropa y luego ir incómodo, con sensación de ahogo. Por eso digo que ayer arriesgaron, y algunos con poca ropa, lo pagaron en el último puerto. Los músculos no respondían, estaban frios, y corredores importantes cedieron un tiempo precioso.
Hoy la etapa ha resultado menos vistosa, llegada masiva. No por ello los corredores han sufrido menos. Me consta que hoy también han llegado tocaditos, con ganas de abrigarse, entrar en calor y descansar. La llegada ha sido complicada. No hay equipos capaces de lanzar una llegada masiva, y eso genera confusión en el pelotón. Muchos nervios, peligro y ciclistas al suelo. Mentalmente requiere una atención enorme, y ése es uno de los mayores desgastes a los que se somete el ciclista.
Por todo ello digo que esto es especial. No sólo hay un desgaste físico propio de competir en bicicleta. También existen otros factores contra los que luchar. Demasiados enemigos, demasiados factores a los que hay que derrotar.
Este deporte es grande, es especial.
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