Alberto Contador ha vuelto hacer grande al ciclismo y seguramente lo ha llevado hasta la cumbre, ese lugar que sólo conocen los más grandes de la historia y lo visitan de cuando en cuando. Hoy ha sido uno de ellos. La etapa de hoy ha sido el sello de identidad de una de las vueltas más grandes y disputadas de la historia. Y la firma ha venido a cargo del mejor corredor de vueltas de los últimos años.
He de reconocer que el post que tenía preparado para hoy decía justo todo lo contrario a lo que me veo obligado a escribir con mucho gusto. Su titular era agotado, pues agotadas veía las posibilidades de que nadie pudiera desbancar a Joaquím Rodríguez de un liderato más que merecido. Pero es que camino de Fuente Dé han ocurrido cosas inverosímiles y esa es quizás una de las diferencias entre los grandes campeones y el resto de los mortales. La mayoría, como yo, había arrojado la toalla y no veía ninguna posibilidad de que pudieran arrebatar la carrera al corredor catalán. Todos menos uno, Alberto Contador, un ciclista especial con unas ganas tremendas de reivindicar lo que hoy le ha otorgado la carretera, ser el sustituto natural de Anquetil, Merckx, Hinault, Indurain y Lance Armstrong, un ciclista que está llevando a este deporte hasta donde nadie lo puede alcanzar.
Es curioso ver que en el ciclismo moderno se están viendo características del ciclismo antiguo. Más anárquico y sobre todo menos controlado. Lo hizo el año pasado en el Tour de Francia Andy Schleck en la etapa que ganó en el Galibier. Thomas de Gendt repitió algo similar este año en la etapa más grande del Giro, la del Stelvio. Pero es que Contador lo ha superado todo, porque su exhibición le valdrá para ganar una carrera que para todo el mundo parecía tener otro dueño.
Xabi, te has pasado