El Tour de Francia cumplirá en 2013 la 100ª edición, aniversario que bien merece el homenaje que se va a dar. Creo que han diseñado un recorrido afrontando las necesidades de este deporte, garantizando el espectáculo y la incertidumbre hasta el último instante, fórmula ya probada con éxito en el Giro de Italia y la Vuelta a España. Menos kilómetros contra el crono en solitario y más finales en alto.
El Tour, por tanto, regresa al camino emprendido en 2009, una senda que era lógica y necesita continuidad. Incomprensiblemente este año dieron un giro hacía atrás. Los hechos lo confirman. Se decidió todo en las cronos. Quizás es lo que querían. Un británico que llenara el hueco que permanecía demasiado tiempo vacante. Ya lo tienen, por tanto no tiene lógica seguir apostando por kilómetros en solitario que dejan la clasificación sentenciada y muerto el espectáculo.
En 2013 será justo lo contrario. Las cronos en solitario no son largas, 33 la primera y 32 la segunda. No habrá, por tanto, grandes diferencias. Habrá que sacarlas en otro sitio; la montaña, que será abundante y bien situada. Ya en la primera semana habrá una llegada en alto, la única de Pirineos. Es acertado. Romperá con bastante prontitud la monotonía que ejercen habitualmente los esprinters, pero tampoco otorgará demasiadas ventajas a nadie. Menos que una crono. Seguro. Y exigirá entrar en acción a todos aquellos que pretendan estar en el podium de París.
En la segunda semana se disputará la primera crono individual y la llegada al Mont Ventoux tras 242 kilómetros. La distancia es importante. Desgastará mucho a los corredores, hecho que acentuará el espectáculo y las diferencias. Y la traca final será extraordinaria: una crono y tras ella tres etapas en los Alpes con un final el Alpe D`Huez habiéndolo subido en dos ocasiones en los últimos 54 kilómetros. Será el día de la verdad.
Este recorrido beneficia a los escaladores. Ni el mejor especialista contra el crono que dispute la general podría sacar mucho más que un minuto a los escaladores puros. No creo que Wiggins , si es que definitivamente lo corre, fuera capaz de aventajar en más de un minuto a corredores como Contador o Froome. Y en cambio éstos, y Andy Schleck y/o Nibali, tendrán cuatro ocasiones de oro para resarcirse de los daños de las cronos.
Todos ellos deben ser las estrellas que brillen en la 100ª edición, pero el último día, con una última etapa inédita en París que se disputará por la noche, el brillo lo pondrá la ciudad, que por algo es la ciudad de la luz.
Acertado análisis. Dicen que la segunda crono es muy duro, parece que similar (no he tenido la suerte de ver el perfil) a la de este año de la Vuelta. El Tour del año pasado parecía demasiado previsible. Este, al menos te queda un poco más la duda de como se van a desarrollar los acontecimientos. Todo dependerá de la situación de carrera. De agradecer que hayan colocado desde el segundo día un tímido contacto con la montaña. Ello impedirá previsiblemente,que no con total seguridad, las múltiples caidas y retiradas de los Tours anteriores cuando en la primera semana hay casi 200 corredores en apenas un minuto, lo cual incrementa los nervios y la tensión en el pelotón.