A estas alturas pocas cosas me sorprenden en el ciclismo. Hemos visto demasiado y uno se acaba acostumbrando a todo. Ni las peores noticias hacen ya mella. Mejor así, si no uno acabaría de los nervios. Pero no por ello se deja de sufrir de las injusticias que se comenten una y otra vez. La última el rechazo al Katusha en el World Tour.
No encuentro ninguna razón para la no inclusión del equipo ruso en la élite del ciclismo, pero debe ser gorda, sino la torpeza cometida por la UCI sería, una vez más, mayúscula. Desde que se supo la noticia he buscado una razón, una, para comprender lo incomprensible. Desde el punto de vista deportivo, no hay discusión. Joaquín Rodríguez ha ganado el World Tour y el Katusha se ha clasificado en segunda posición por detrás del Sky. En lo que concierne a temas administrativos tampoco parece que el equipo haya incumplido ninguna reglamentación porque según sus propias fuentes, recibieron el visto de bueno de la auditoria Ernst and Young antes de presentar la documentación correspondiente ante la UCI. Lo único que se me ocurre es que la UCI haya puesto algún reparo ante el positivo de Denis Galimzianov a principios de temporada, pero no es un argumento de peso porque han sido aceptados equipos con problemas similares o más graves dado que Galimzianov fue despedido de inmediato y otros equipos contarán en sus plantillas con corredores con temas pendiente por dopaje. Por tanto, ¿cuáles son las razones de dicha decisión?
Lo más triste de todo esto es eso, que tras una semana desde la decisión, la UCI no haya sido capaz de ofrecer un solo argumento. Uno solo. Nada. Silencio. Y como es lógico el mundo se ha vuelto en contra de ellos. No es para menos. Supongo que cualquier decisión importante que se tome dentro del organismo internacional debería estar basada en una sólida argumentación y con pruebas casi incontestables. Por ello considero que junto a cualquier decisión que se adopte es de suma importancia ofrecer todo tipo de detalles que hayan llevado a tal determinación. Más que importante debería ser de obligado cumplimiento, algo que por desgracia la UCI no acostumbra. Así le van las cosas.
No entiendo que ante la que está cayendo la UCI no haga lo indecible para ser y parecer transparente en todas sus acciones. Desde que estalló el affaire Lance Armstrong, e incluso desde antes, su gestión ha estado en entredicho hasta el punto que se ha creado un grupo internacional de presión para cambiar radicalmente el funcionamiento de la federación internacional comenzando por la dimisión del presidente. Si la UCI sigue por este camino no hará falta nada, caerá por su propio peso.
Las clasificaciones para entrar en el World Tour se hacen así:
o justo al revés, con tal de que se clasifiquen los equipos que ellos quieran.
Como ni de esas podían dejar fuera al Katusha y tampoco podían alegar impagos ni nada por el estilo, el motivo oficial para dejarlos fuera ha sido “una insuficiente política antidopaje”. Y en ese sentido la UCI tiene toda la razón del mundo, su argumento es impepinable. Ahora bien, eso mismo se podría aplicar a muchos más equipos, por ejemplo a Euskaltel Euskadi, que para luchar contra el dopaje tiene como director a un Eufeboy. Incongruencias de la vida.