La Vuelta a España nos ha estado engañando. Hasta que no se han disputado las etapas verdaderas, Hazallanas y la crono de Tarazona, la verdad ha estado oculta bajo unos fuegos de artificio con protagonistas especialistas en ese tipo de recorrido nervioso, vistoso pero nada decisivo. Hasta las dos últimas etapas nadie ha estado como debía.
El pelotón ha tenido muchos problemas para asegurar los esprint, tanto es así que un solo hombre casi pudo burlar el férreo control que ejercen en esas circunstancias los equipos de los hombres más rápidos. Por mucho que el protagonista fuera Tony Martin, dos veces Campeón del Mundo contra el crono y auténtica referencia de la especialidad, la circunstancia que se vivió en Cáceres fue más demérito del pelotón que mérito, que lo tuvo y muy grande, del corredor alemán. Animados por la sorpresa del ciclista del OmegaPharma, al día siguiente un compañero suyo, Zdenek Stybar, y el Campeón del Mundo Philippe Gilbert, lograron dejar en evidencia las deficiencias de un mermado pelotón. Lo que en otras carreras es una excepción, se convirtió casi en costumbre en la Vuelta a España.
Algunos líderes tampoco han estado como esperaban. Tras la crono por equipos Valverde y Purito Rodríguez estaban necesitados de rebajar la desventaja con respecto a Nibali y para ello contaban con la ayuda de los finales en alto y el añadido de las bonificaciones. En cuanto a las etapas no aprovecharon ninguna y por tanto tampoco se llevaron el gordo de las bonificaciones porque en dos ocasiones Dani Moreno, y en las otras tres Nicolas Roche, Chris Horner y Leopold Konig se adueñaron de lo que se presuponía que les pertenecía al murciano y al catalán. Así las cosas el liderato ha ido cambiando continuamente entre Nibali, Moreno, Roche y Horner hasta que Hazallanas y Tarazona han puesto un poco de orden. Tal como están las cosas la Vuelta, a mi parecer, es cosa de dos: Nibali y Horner. El resto no cuentan para la victoria, como mucho aspirarán al podium.
Todos aquellos que se hayan exprimido en el Tour de Francia difícilmente podrán mejorar su rendimiento, les costará incluso mantenerlo. Es casi una ley. Desde que Carlos Sastre ganara el Tour en 2008 y luego repitiera podium en la Vuelta (tercero), nadie ha sido capaz de rendir al mismo nivel en las dos carreras. En ese aspecto el Tour es a la Vuelta, lo que el Giro al Tour. Es casi imposible estar al cien por cien en las dos carreras. Por tanto creo que Valverde lo tendrá muy crudo para superar a Nibali y Horner, dos corredores que están mucho más frescos. Joaquín Rodríguez además de ese problema tiene el obstáculo añadido que tras la crono ha quedado descartado, y es que cuando uno no es especialista en un determinado terreno los resultados que obtuvo en el reciente Tour de Francia y en la Vuelta del año pasado se dan de forma excepcional.
Tampoco confío mucho en Nicolas Roche, corredor que está rindiendo a un nivel excepcional. Está claro que aunque no la prepare de forma específica, la Vuelta es su carrera. El Tour le queda grande. Nunca ha estado entre los diez mejores pese a intentarlo una y otra vez. En la Vuelta ya fue séptimo en 2010. A Roche le faltan un par de puntos para estar al nivel de Nibali y Horner, y como hasta ahora sufrirá el constate goteo de los segundos sin descartar que, de tanto ir al límite, algún día reviente perdiendo todas las opciones que cuenta ahora para el podium.
Por tanto sólo me quedan Horner y Nibali. Horner, que deportivamente es mucho más joven de lo que indica su carnet, parece que está en el mejor momento de su carrera. En subida es el más fuerte y el recorrido le beneficia. Sin embargo, en cuanto a regularidad, no ofrece las mismas garantías. Nunca se ha mantenido estable durante tres semanas pero puede que, pese a sus casi 42 años, lo estrene en esta ocasión. Pero creo que, tanto por sus características físicas así como por su personalidad, su forma de correr puede beneficiar al mismo corredor al que intentará batir. Horner no tendrá reparos en atacar de lejos (5-6 kilómetros para la meta), no esperará como Valverde o Purito a hacerlo en el último kilómetro, y es precisamente el tipo de esfuerzo que le conviene a Nibali, mucho más resistente que rápido. El italiano se ha visto muchas veces en esta tesitura, en ese grupo de favoritos es con diferencia quien mejor maneja este tipo de situaciones, y creo que pese a no estar al cien por cien podrá controlar la rueda del americano que, de seguirla, se convertirá más en un aliado que en un enemigo.
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