Sonriente, Mark Cavendish recogió esta semana el premio como ganador del Tour de Qatar. Sin duda, una victoria de ese calibre es siempre motivo de alegría, pero tras esa imagen de satisfacción creo que se esconde una preocupación que se está incrementando temporada tras temporada, y poco puede hacer por disimularlo. Hay victorias que dejan entrever más deficiencias que virtudes.
Puestos a escoger creo que Cavendish hubiera preferido las tres victorias de Alexander Kristoff y el segundo puesto en la General del noruego, su verdugo durante ésta pasada semana. La diferencia entre ambos, ha sido mínima (fotofinish) en la mayoría de los esprints, pero hace 3-4 años Cavendish hubiera tenido tiempo de gustarse en las celebraciones. Ahora no. Y ya van unos cuantos años.
Ésta semana fue Kristoff, la anterior Marcel Kittel, y la temporada pasada André Greipel, Elia Viviani, Fernando Gaviria o Peter Sagan. Y ésta pueden ser todos los mencionados más Caleb Ewan, su espejo en cuanto a estilo. Por tanto, el problema no es un solo corredor, el problema es él, que ha perdido algo de velocidad y tampoco cuenta con las ventajas de antaño en cuanto a equipo y colocación.
Se podrían aportar muchos datos para corroborar lo apuntado anteriormente, pero creo basta con el Tour de Francia. Desde que comenzó a ganar ésta ha sido su evolución e involución: 2008 4 victorias; 2009-6; 2010-5; 2011-5; 2012-3; 2013-3; 2014 ninguna y una el año pasado. Y otro dato más: de las 14 victorias del año pasado, que no está nada mal, sólo una fue en el World Tour.
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