Nunca sabremos si Fernando Gaviria hubiera podido hacer historia al dar a Colombia su primera Milán-San Remo de no haberse caído a 300 metros de la meta sumido en los nervios de un debutante ante las puertas de semejante hazaña. Quizás le hubiera podido superar, por fin, Peter Sagan, que habiendo cometido errores similares en esa misma recta, en esta ocasión iba con el gatillo preparado a rueda del colombiano. Pero quién sabe si, de no haber tenido un fallo mecánico en la cadena, Nacer Bouhanni no les hubiera dado un puñetazo en el morro justo al final de la recta. Y también habrá quien se pregunte qué hubiera podido ocurrir si Michael Matthews, caído en la Cipressa, hubiera estado delante. Jamás lo sabremos. Lo único seguro es que la victoria fue a parar a Arnaud Demare que 21 años después de que lo hiciera Laurent Jalabert, devolvió a Francia a lo más alto del podium de San Remo.
Para mi la clave de la victoria de Demare, estuvo en dos puntos: uno el marcaje entre los favoritos; y otro, en la caída de Gaviria. Todos los ciclistas saben perfectamente que en las carreras de más de 200 kilómetros no te puedes equivocar en la estrategia a emplear. Cualquier sobreesfuerzo, por acertado que parezca, se paga muy caro, incluso con la derrota. Normalmente existe una sola ocasión para poder abrazar la victoria, si no aciertas con la apuesta, adiós, no hay nada que hacer. Kwiatkowski pensó que lo mejor era un ataque tardío en el Poggio. No estuvo mal, pero no fue suficiente. Nibali se arriesgó en la bajada. Inútil. Cancellara quiso aprovechar el descontrol después del Poggio, pero no le permitieron un solo metro, ni a él ni a Boasson Hagen quien arrastró, primero, a Greg Van Avermaet, y de seguido, a Fernando Gaviria y Peter Sagan, al que le seguía de cerca Cancellara. Había un excesivo celo entre los grandes.
En cuanto Boasson Hagen se dio cuenta que lo intentaba en balde hubo un parón, hecho que provocó que Gaviria hiciera el afilador con Van Avermaet y se fuera al suelo. Esa desaceleración dejó huérfanos de posibilidades a quienes iban en cabeza y en cambio despejó el camino a los perseguidores que viniendo de atrás con más velocidad, se encontraron con la distancia ideal para lanzar el esprint y permitir a Demare ganar una carrera, que en mi opinión, tiene más envoltorio que contenido.
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