Pedalear con el alma tiene sus beneficios, multiplicas la fuerza en pos del objetivo que se persigue. Los corredores del Wanty han querido honrar la muerte de Antoine Demoitie con una victoria y no han parado hasta saldar esa deuda con el destino. Y lo hicieron a lo grande, ganando la Amstel Gold Race con Enrico Gasparotto, que repitió victoria en su carrera fetiche.
Gasparotto, un corredor italiano con 34 años recién cumplidos (22 de marzo), tiene tan pocas victorias como importantes: poco más de media docena, pero casi todas en ellas en carreras tan importantes como el Campeonato Italiano, la Tirreno-Adriático, los Tres días de la Panne y/o la Amstel Gold Race. En cambio, tiene un montón de puestos de honor y por eso sabe lo difícil que es rematar las buenas actuaciones. Él lo tiene que hacer todo a la perfección, no tiene margen de error. No está sobrado de virtudes. Su motor no es de gran cilindrada, pero lo sabe pulir muy bien, va sobrado de motivación. El año pasado se pasó casi dos meses en el Teide para preparar la Amstel Gold Race. Al final fue octavo. Éste año ha repetido concentración en el volcán tinerfeño pero a costa de no asistir al funeral de su compañero de equipo al que prometió honrarle con resultados. Ya lo ha hecho.
Gasparotto corrió a la perfección. Es inevitable en su caso. Apostó todo al Cauberg. Atacó con el mismo desarrollo que cuando ganó en 2012, con el plato de 39. Todo medido al milímetro. La pendiente, la distancia, el desarrollo y sus fuerzas, ayudadas desde las alturas por Demoitie. También tuvo su colaboración por parte de Michael Valgreen, un corredor que en Sub-23 ganó en dos ocasiones la Liege de esa categoría y en su primer año profesional el Tour de Dinamarca. Fue el único que le aguantó en el Cauberg. También colaboraron de forma involuntaria los grandes favoritos. Ninguno estuvo a su altura. Philippe Gilbert (ganador de 3 Amstel y el Mundial en la misma meta), no está y me temo que no se le espera. No al nivel del 2011, cuando lo ganó todo. En cuanto la cosa se puso sería, se quedó del pelotón. Michael Kwiatkowski, para quien el Sky trabajo todo el día, se quedo vacío, sin un gramo de fuerza ni siquiera para sufrir. El polaco tiene algunas similitudes con Peter Sagan. Comparte generación, es espectacular en las victorias, pero, también en las derrotas. Los dos hacen plof inesperadamente. Después del Sky, el Orica-Greenedge fue el segundo equipo que más trabajo. Los gregarios hicieron bien su labor, los líderes, Matthews y Gerrans no. Ninguno de los dos se puso al servicio del otro, que hubiera sido lo justo. De nada sirve que ambos se clasifiquen entre los 11 mejores, si no se ejecuta bien el plan que hay para ganar.
Así las cosas la Amstel de este año fue una carrera llena de imprevistos con algunos resultados sorprendentes donde la palma se la llevaron los corredores del Wanty que condecoraron a su compañero fallecido. Ahora, todos pueden descansar en paz.
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