Nibali ha ganado un Giro antológico

Éste Giro ha representado lo que debería ser el ciclismo, una competición disputada de principio a fin, con altibajos, llena de sorpresas, abierta, descontrolada y épica. Su grandeza se ha basado en la falta de dominio de un corredor o un equipo, requisito imprescindible para atreverse a atacar. Además, ha incrementado la intensidad de los sentimientos latentes como esperanza, felicidad, tristeza, resignación, emoción, asombro, y en algunos casos hasta incredulidad.

Las carreras no siempre las gana el más fuerte, si no el mejor. El más fuerte seguramente ha sido Steven Kruijswijk, que a punto estuvo de hacer historia para su país convirtiéndose en el primer holandés en ganar la carrera rosa. Pero existe algún maleficio que los holandeses no logran descifrar. Jan Janssens y Joop Zoetemelk fueron capaces de ganar el Tour de Francia y la Vuelta a España, jamás el Giro de Italia.
Y el mejor ha sido Vincenzo Nibali, el único que ha sabido equilibrar en su justa medida sus virtudes y defectos y, las de sus adversarios. El único que ha disimulado sus deficiencias sin que lo hayan dejado fuera de carrera; el único en provocar el error técnico de Kruijswijk dejándolo sin liderazgo al caerse en la bajada del Agnello; el único en provocar el desfallecimiento de Chaves en dos etapas claves cuando parecía ser el más fuerte en montaña; el único en aprovechar de forma perfecta la fortaleza y estrategia de su equipo. Y sólo él ha sido capaz de recuperarse de forma casi milagrosa entre los Dolomitas y los Alpes.

Nibali lleva ciclismo en sus venas. Tiene una forma de interpretarlo que solo se puede aprender en un país como Italia, donde el ciclismo es deporte nacional y el Giro una cuestión de estado. Los problemas de rendimiento que ha padecido durante gran parte de la carrera han sido tratados como si fueran el debate del estado de la nación. Todo el mundo ha discutido sobre ello. Que si el cambio de la longitud de las bielas (las cambió a principio de temporada de 172,5 mm a 175 mm), que si el entrenamiento, que si el calendario, sus objetivos, el posible cambio de equipo, etc….todo el mundo lanzaba sus hipótesis buscando una respuesta a los problemas del ciclista que tanto adora la afición. Nadie ha obtenido una respuesta convincente. Pero una vez solucionados, no han vuelto a hacer una pregunta sobre su metamorfosis inmediata. Se han dedicado a disfrutarla, porque Nibali es uno los pocos corredores capaces de evocar hazañas del pasado que tanto gustan en Italia.

Éste Giro también será recordado por la dolorosa retirada de Mikel Landa que tras realizar la crono de su vida había salvado su escollo más complicado de cara al triunfo final. También por el récord logrado por los corredores alemanes, ganadores de todas las etapas que finalizaron al esprint, siete. Alemania jamás había obtenido tantas victorias en el Giro.


Tampoco ha pasado desapercibo Bob Jungels, el luxemburgués que ha sido sexto y mejor joven. Con 23 años ha creado unas grandes expectativas basadas, es cierto, en una regularidad llamativa, pero no conviene cargarle con una responsabilidad excesiva que podrían lastras su progresión constante y, de momento, imparable.
No podemos pasar por alto las sorpresas mayúsculas de las victorias contra el crono de Roglic y Foliforov, dos auténticos desconocidos que han sorprendido a propios y extraños. Al margen de algún resultado en carreras de segunda categoría, no había ninguna base argumental para pronosticar tal resultado.
También cabe destacar el Giro de Diego Ulissi, el mejor italiano para recorridos sinuosos, o el triunfo de Giulio Ciccone ganador de una etapa en su debut en profesionales. Han sido tres de las seis victorias que lo corredores italianos han completado con otras exhibiciones como las de Gianluca Brambilla, Matteo Trentin o Nibali.


Qué decir del incombustible Alejandro Valverde, grande donde los haya, o de Mikel Nieve, capaz de transformar una llamada inesperada en una victoria de etapa y la clasificación de la montaña. Todos ellos, y otros muchos, han ofrecido tanta voluntad de esfuerzo que han elevado el ciclismo a su grado máximo ofreciendo una carrera que por su desarrollo y resultado ha sido antológico.

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