Manuel “Triqui” Beltran ha dado positivo por EPO en la primera etapa del Tour de Francia. Ha sido apartado de su equipo, el Liquigas, y si el contra análisis que ha solicitado el corredor confirma el positivo, será despedido. La policía ha registrado el hotel donde está alojado el equipo italiano y seguirá en el Tour de Francia.
Esa es, en pocas palabras, la triste noticia de la que se han hecho eco la mayoría de los medios al poco de finalizar la séptima etapa con final en Aurillac y ganada brillantemente por Luis León Sánchez.
Siempre he intentando defender al ciclista con la firme convicción de que así protegía al ciclismo, pues creo que son los ciclistas los verdaderos protagonistas de este deporte. He discutido en infinidad de ocasiones con aquellos que los atacaban una y otra vez por el mismo problema (dopage), intentando convencerlos de que el doping no estaba tan extendido como aseguraban ellos, y seguramente más que los que lo negaban rotundamente. En más de una ocasión he dado la cara por ellos con la única defensa de hacer ver a la gente que los únicos datos fiables para juzgarlos son los casos por positivo y/o las declaraciones de los protagonistas aceptando su uso. Siempre he argumentado que era necesario poner el resto de habladurías en cuarentena siempre y cuando no estuvieran probadas del todo.
Con el tiempo me he dado cuenta que algunos corredores no merecen la pena ningún esfuerzo por defenderlos. Son ellos mismos los que están arrojando la porquería a su propio tejado. Por lo visto, no todos quieren ser partícipes del cambio que ha emprendido la mayoría. Obligados por el cambio de la normativa, por la presión social y/o de sus equipos, o por convicción propia, muchos parecen haber asimilado el cambio de escenario y por tanto de comportamiento.Pero, todos no, aún queda una minoría
Y ante esta nueva situación se me hace imposible defender los intereses de unos pocos sujetos que por puro egoísmo (por otra parte, algo muy natural en el ser humano y por tanto comprensible) son capaces de perjudicar a todo su gremio, que una vez más, será atacado con voracidad.
Esta vez su equipo no será expulsado de carrera, algo con lo que estoy de acuerdo porque considero una injusticia que los justos tengan que pagar por pecadores siempre y cuando se demuestre que el equipo no tiene ningún tipo de implicación en el caso. Pero existen precedentes con medidas opuestas. Creo que el primer caso fue en 1999 cuando al Vini Caldirola de Francesco Casagrande entre otros, le impidieron su participación porque su compañero de equipo Sergey Gontchar dio un porcentaje de hematocrito excesivo en la Vuelta a Suiza de ese año. Posteriormente, bien por decisión o por presión, otros ciclistas y equipos se han visto impedidos de participar o injustamente obligados al abandono por el positivo de uno de sus integrantes. En algunos casos simplemente por supuestas irregularidades. Hasta ese punto llega la tiranía del Tour de Francia.
Ahora solo espero que no se vuelva a repetir un caso parecido, y que esta mota de vergüenza no se expanda manchando la pulcritud de otros muchos.
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