Vaya por delante que admiro la calidad ciclista de Alejandro Valverde, al que le he dedicado no pocos elogios cuando he creído que se los merecía. Sin embargo, sigo pensando que es un pésimo estratega y lo volvimos a ver ayer. Cualquier otro corredor con un poco de sentido común hubiera ganado la etapa. Solo hacían falta un par de relevos a Alberto Contador para ponerse a tiro de piedra de David Moncoutie y batirlos al esprint. Se de sobra que la unión entre la teoría y la práctica depende, sobre todo, de la capacidad física con la que se cuenta en los momentos decisivos, y parto de la idea que Valverde contaba con ella. Primero porque no creo que los ataques de Alberto Contador hayan puesto en jaque al ciclista del Caisse D’Epargne. No hay nadie en el mundo que pueda batir a Valverde con ataques de 500 metros. Si los cambios de ritmo no son más prolongados, es imposible hacerle hincar la rodilla. Segundo, porque al ser un puerto tendido, y que se sube a una gran velocidad, el rebufo posibilita ir más holgado.
Por todo ello, considero que Valverde se podía haber permitido sin riesgo alguno un par de relevos a Contador que le hubieran puesto en bandeja la segunda victoria de esta Vuelta a España, y de paso, alejar a algunos adversarios en la general, clasificación que parece querer luchar. Valverde es un portento físico, pero no es muy hábil para acertar con las estrategias. En fin, nadie es perfecto.
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