A veces no es fácil juzgar un esprint, determinar si la victoria que ha logrado uno u otro ciclista se debe a sus propias virtudes y aciertos, o a los fallos de los adversarios. Lo cierto es que cualquier error de cálculo puede desequilibrar la balanza para un lado u otro.
Es probable que sin la presencia de Alessandro Petacchi, Robbie McEwen se creyera el esprinter más rápido del pelotón del Tour de Francia. Sería una convicción sustentada en un palmarés de lujo, pero que le jugó una mala pasada en la segunda etapa del Tour, donde arrancó demasiado lejos y fue rebasado por dos ciclistas, Tom Boonen, que fue primero, y Thor Hushvod, segundo.
Al día siguiente, en Tours, donde seguramente algún día Tom Boonen ganará la prestigiosa clásica Paris-Tours, la estrella belga se impuso con tal facilidad que, probablemente, le ha llevado a una conclusión equivocada. Se cree en la misma condición que McEwen al comienzo del Tour, o de Alessandro Petacchi al comienzo del Giro, o de Mario Cipollini en sus mejores tiempos. Quizás, se creyó invencible, error que jamás se debe cometer.
Ayer dio la sensación que a Tom Boonen se le hizo muy largo el esprint, hecho que demostraría que lo comenzó con demasiada prontitud. A lo mejor sobredimensionó sus dos victorias anteriores y pecó de exceso de confianza minusvalorando a sus adversarios, equivocación que han solido cometer todos los grandes esprinters.
De todas formas, tampoco hay que menospreciar el esprint que realizó Robbie McEwen, que una vez más se las tuvo que ingeniar, primero, para coger la rueda de Boonen, y superarlo en el momento justo. Algo de lo que, de momento, sólo él puede presumir.
“Página Oficial del Tour de Francia”:http://www.letour.fr
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