Hay formas y formas de vencer. Y la de Danilo Di Luca, más líder del Giro, ha sido maravillosa. Por muchas razones. Por su decisión y por su ejecución, que ha sido extraordinaria. Uno puede vencer por ser el más hábil en una bajada. Por ser el más rápido en un esprint. Por ser el más fuerte en una subida. O por el trabajo de todo un equipo. Pero es que la victoria de Di Luca ha tenido todos y cada uno de esos componentes. Por eso tiene tanto mérito.
Primero por haber hecho trabajar a su equipo para atrapar a los escapados. Segundo por haber estado atento a todos los movimientos que se ha producido en el último puerto, sin menospreciar ninguno. Tercero, por mostrar muy buena técnica en la bajada. Cuarto, por demostrar una chispa descomunal en el último repecho. Quinto por el arrojo que ha demostrado en los kilómetros finales. Y sexto por haber tenido suficiente fuerza para poder realizar lo que le ha venido en gana.
Psicológicamente ha salido muy reforzado de esta etapa y también en cuanto a las diferencias que ha logrado en la general, lo que pese a la contrarreloj del jueves, le convierte por derecho propio en uno de los aspirantes a la victoria final.
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