Nada cambiará en el Giro de aquí al domingo. El ganador está decidido. Y el podium también. Cada uno tiene lo que se merece. La última oportunidad de alguna modificación en la General la ofrecía el Vesuvio, pero pese a que los corredores han honrado la violencia del famoso volcán nada ha cambiado.
Cada uno ha completado el papel que le correspondía. Nada es criticable. El LPR ha apostado muy fuerte durante toda la etapa. No han permitido ninguna escapada porque querían que Di Luca se apuntara una nueva victoria y con ella las bonificaciones que se otorgan en meta. Sus compañeros han realizado un trabajo extraordinario y el líder también. Ha sacado todo su arsenal de ataques, pero no ha surtido efecto. La defensa de Denis Menchov también ha sido brillante. Se jugaba el Giro, y ha podido responder sin mostrar el más mínimo rasgo de flaqueza.
El Liguigas también ha estado sobresaliente. Eran los únicos que podían dibujar una estrategia de equipo, y lo han hecho con Agnoli, con Basso y con Pellizotti, el más fuerte de los tres. Por eso estará en el podium por vez primera.
Y una vez más Carlos Sastre merece un apartado especial. Ha ofrecido una exhibición sólo al alcance de grandes campeones. Salvando las distancias, al estilo de Lance Armstrong. Atacando de lejos. Desbancando a todo, uno por uno. Su progresión ha quedado patente en un detalle. Cuando era gregario de Ivan Basso en el CSC, le marcaba el ritmo para que luego el italiano atacará para irse en solitario. En el Vesuvio el antiguo líder no ha podido seguir la estela de su antiguo gregario. Es el mejor ejemplo de su progresión.
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