Debo reconocer que he criticado en más de una ocasión a Alejandro Valverde por su escasa visión de la carrera y por la mala utilización de sus dotes físicas. Y creo que los hechos me dan la razón, porque Valverde nunca se ha destacado por ser un estratega sobresaliente, sino por contar con un don que la naturaleza otorga a muy pocos.
En demasiadas ocasiones, Valverde se ha dedicado a malgastar fuerzas que luego le hicieron falta en los momentos cruciales y no las tenía, por lo que tuvo que conformarse con puestos que, por fuerza, no le correspondían. Hemos visto más de una vez, como a falta de demasiados kilómetros para la meta se dedicaba a hacer exhibiciones poniendo ritmos que ni tan siquiera él podía aguantar más allá de sus 500 metros demoledores. No pocas veces ha perjudicado a compañeros que le estaban marcando el ritmo para que llegado el momento oportuno el pudiera hacer añicos el grupo de los elegidos.
Pero, visto lo visto en la quinta etapa de la Dauphiné Liberé con final en el mítico Mont Ventoux, parece que ha aprendido. Hoy ha dado una auténtica exhibición de gran campeón. Cierto es que le han acompañado las circunstancias, pero eso también hay que saber buscarlo.
Por una parte, y seguramente sabedor de que no podrá acudir al Tour de Francia, tiene unas ansías de victoria con sabor a venganza por la negativa de la organización. Por otra, y más importante aún, está en su mejor momento de forma, que es lo que la da unas posibilidades inmensas de victoria en cualquier terreno. Tercero, se ha encontrado con el mejor gregario del momento, Sylvester Szmyd, que prometiéndole la victoria de etapa ha trabajado como si el murciano fuera su líder. Y cuarto, atrás, en el grupo del líder Evans, ha reinado la ley del mínimo esfuerzo, y el marcaje que ha sometido al australiano Alberto Contador.
Así las cosas, Alejandro Valverde ha demostrado que ya no sólo es capaz de hacer esprints de 500 metros, sino que también es competente en distancias más largas. Algo que le vendrá muy bien en el futuro. Lástima que no lo podamos comprobar en el Tour de Francia.
Pues una pena que no pueda disputar el Tour de Francia, porque serviría para corroborar esa progresión que estás comentando.
Aun así, todavía hay diferencias significativas en cuanto a la duración de la Dauphiné y del Tour, con lo que algunos que obtienen un buen rendimiento en esta prueba todavía se les hace excesivamente largo el Tour.