Philippe Gilbert se ha convertido en un corredor que casi casi gana aquello que se propone. El extraordinario final de temporada que hizo el año pasado le ha otorgado la confianza necesaria para ofrecer el nivel que se le suponía. Hoy lo ha demostrado en la Amstel Gold Race, carrera que ha ganado de forma brillante. Una victoria que su equipo, el Omega-Pharma, el único equipo del Pro Tour que aún no se había estrenado, necesitaba como agua necesitan los peces.
Nadie recuerda un final de temporada dominado como lo hico el año pasado Gilbert. Ganó la París-Tours y el Giro de Lombardía, además del Giro del Piamonte y la Copa Sabatini. Todas en octubre. Impresionante. Ahora pretende hacer lo mismo en las Ardenas, sus clásicas, según él. Quiso ganar la Milán-San Remo, sueño de la mayoría de los clasicómanos. También quiso mejorar el tercer puesto del año pasado en el Tour de Flandes, pero sólo llegó a igualarlo. Pero en ambas pruebas no estaba al cien por cien. Este año ha apurado para llegar en su plenitud a la Amstel y, sobre todo, la Lieja, carrera a la que debe el ser ciclista. La prueba holandesa demostró que lo ha logrado. Su nivel físico ha sido excelente, y su visión táctica también. Ha habido ratos en los que parecía que no era el más fuerte, ocasiones en los que Serguei Ivanov, el ganador del año pasado, le ha sacado de rueda en un repecho, o en la que otros corredores, Andy Schleck o Alexandre Kolobnev han sido cabeza de carrera. Pero llegado el Cauberg, su dominio ha sido total. Situado en cabeza del pelotón ha controlado no sólo los movimientos si no las intenciones de sus adversarios, y llegado el momento, su momento, porque para cualquier otro hubiera sido un suicidio atacar desde tan lejos, ha acelerado de tal forma que todo movimiento que se ha producido por detrás parecía hecho a cámara lenta.
Con su primera victoria en el zurrón ahora se dispone ha coger el relevo de Fabián Cancellara, dominador de las clásicas del pavés, e igualar la hazaña de Davide Rebellin en 2004 donde ganó la Amstel y la Liege, aunque el italiano también ganó la Flecha Walona, carrera que lo más probable no corra Gilbert, porque ha declarado que su final es demasiado abrupto para sus cualidades.
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