Reconozco que si hubiera sido por mi Andre Greipel se hubiera quedado seguramente sin victoria de etapa en este Giro de Italia. Sin unas garantías mínimas en los últimos metros yo no hubiera hipotecado todo el trabajo de un equipo a asegurarse una llegada masiva. Previamente hubiera intentado la táctica de la fuga, cosa que tampoco garantiza la victoria pero por lo menos abre el abanico de las posibilidades.
Pero para fortuna del Columbia su director no piensa como yo y ha confiado plenamente en un corredor que no se ha reconocido a sí mismo en este Giro de Italia. Greipel logró el año pasado 20 victorias sólo tres menos que su compañero y líder absoluto en cuando a victorias Mark Cavendish. Eso sí no fueron del mismo calibre. Este año ya lleva 12, pero hasta la etapa de hoy no ha dado rastro de ser tan letal en los últimos metros. Comenzó medio enfermo la carrera pero ante la retirada de sus principales rivales (Farrar, Petacchi, McEwen) y su propia recuperación ha logrado finalmente una victoria que lo devuelve a los titulares.
Pese a los problemas y el poco rendimiento que ha tenido, Greipel y su director han seguido confiando en sus posibilidades, algo vital para que un corredor rinda a su masivo nivel. Nada sirve si un corredor no posee la seguridad en sus propias posibilidades. Sin embargo, una autoestima a prueba de bombas puede hacer milagros pese a no estar físicamente al cien por cien. Esto es sobre todo importante en el esprint, situación en la que el corredor se enfrenta en un brevísimo periodo de tiempo a mil problemas que tiene que solucionar en un abrir y cerrar de ojos. Un sólo error puede echar al traste todo el trabajo de un equipo durante toda la etapa. Una mínima duda puede ser fatal. Además de potencia, colocación, velocidad, y técnica, el esprint es una cuestión, también de confianza.
ederra blog-a, Xabier