Según publica hoy el diario deportivo flamenco Sportwereld, Kevin Van Impe (Quick-Step) ha sido el protagonista de una desgraciada historia. El lunes pasado él y su mujer Sally fueron padres por primera vez. Pero seis horas más tarde, el niño falleció en el hospital. Fue un nacimiento prematuro y no pudieron hacer nada por salvar la vida del recién nacido.
A los dos días incineraron al primogénito y de vuelta a casa Kevin Van Impe se encontró con la visita de un médico enviado por la comunidad flamenca para realizar un control antidoping. Van Impe le contó la situación en la que se encontraban, pero por miedo a una advertencia por no haber pasado el control en el momento solicitado, orinó de inmediato.
En honor a la verdad hay que decir que el médico comprendió la difícil situación del ciclista y le ofreció la posibilidad de pasar el control más tarde, a lo que el ciclista se negó por miedo a la primera advertencia (con tres el ciclista es declarado positivo).
Los recientes positivos y las declaraciones de los implicados en escándalos de dopaje han demostrado que la mayoría de los casos tienen su origen en las prácticas que se realizan fuera de competición, y por tanto es evidente que los controles inesperados son necesarios para controlar debidamente a los ciclistas, pero hay ocasiones en que la estricta normativa a la que son sometidos los ciclistas agrede directamente contra las condiciones mínimas de la dignidad humana.
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