Este no está siendo el año del Quick-Step. Sólo llevan 15 victorias, un resultado escaso por su historia y palmarés. Cierto que han logrado victorias en las tres grandes vueltas: dos en el Giro con Jerome Pineau y Wouter Weyland; dos en el Tour a cargo de Sylvain Chavanel, sobresaliente durante toda la carrera; y una, de momento, en la Vuelta gracias a la escapada que Carlos Barredo culminó en los Lagos de Covadonga.
La temporada del equipo belga está siendo condicionada por dos factores: la lesión de Tom Boonen, que apenas ha corrido desde junio, y la falta de un esprinter con garantías. Antes incluso que su caída en la Vuelta a California en Mayo y otra en la Vuelta a Suiza en junio, Boonen no estaba obteniendo los resultados que acostumbra. Sólo cuatro victorias. Su nivel había sido bueno, pero le faltaba la victoria, sobre todo en las grandes clásicas. Segundo en la Milán-San Remo y Tour de Flandes y quinto en la París-Roubaix, su ciclo de las clásicas se cerró en falso, sin lograr los objetivos. A partir de ahí, las cosas han ido peor. No pudo defender el título en el Campeonato de Bélgica y tampoco ha podido participar ni en el Tour de Francia ni en la Vuelta a España. Fue operado de una rodilla en Julio. El mundial no está descartado pero tampoco parece que pueda llegar en una condición optima.
Por otra parte, no tienen un esprinter con la calidad necesaria para lograr una docena de carreras que amortigüe un golpe como el de Boonen. Tienen fe en Wouter Weyland, el jóven de 25 años que ganó una etapa en el Giro de Italia, pero por mucho que trabajan para él no puede rematar ni de lejos. Hoy ha sido noveno en Salamanca y lo único que han hecho sus compañero de equipo ha sido facilitar el trabajo a los hombres de Mark Cavendish. Los del Quick-Step parecían del Columbia, tirando a muerte con un Cavendish que iba comodísimo en cuarta posición a rueda de Mattew Goss, y un Weyland que no alcanzaba ni a ver la cabeza del pelotón zigzageando para lograr una posición que le permitiera disputar el esprint. Casi no ha podido esprintar, porque sus compañeros han llevado tan rápido al pelotón que no le ha quedado fuerza para levantar el culo del sillín. Cuando uno tiene esas limitaciones lo peor que puede hacer es lanzar al pelotón a toda velocidad porque en esas circunstancia gana el más rápido, que no es otro que Mark Cavendish.
Nada garantiza una victoria, pero lo mejor que pueden hacer los corredores del Quick-Step es desordenar a tirones la cabeza del pelotón para intentar que aquellos que son claramente superiores a Weyland pierdan su colocación y así, y con un golpe de suerte, les suene la flauta. Si no, seguirán sin ganar.
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