En estas fechas en las que toda la información del ciclismo se centra en criticar, con razón, a Ricardo Riccó o a pronosticar el devenir de Alberto Contador, parece que el ciclismo no ofrece otra noticia que no sea el doping. No es cierto. Si nos fijamos un poco en las carreras hay detalles que levantan el ánimo. Ver, por ejemplo, a corredores que han estado lesionados rindiendo de nuevo a su mejo nivel es para celebrarlo.
Me ha alegrado especialmente la recuperación de Heinrich Haussler, un corredor al que admiro desde sus inicios. No es un corredor de masas, porque jamás será un ganador de una vuelta grande, pero ese tipo de corredores todoterrenos, con desparpajo y cierta osadía siempre me han atraído. Pasó un calvario el año pasado, plagado de lesiones que no le permitieron seguir con la fulgurante progresión que inició en 2009. Fue una de las sensaciones de la temporada, una agradable sorpresa. Fue segundo en la Milán-San Remo y Tour de Flandes, pero ganó, y como, una de las etapas más bellas del Tour de Francia con final Colmar. Ofreció una exhibición de auténtico lujo.
Esos resultados le permitieron soñar con un 2010 incluso mejor y la verdad no comenzó mal. Fue segundo en sendas etapas del Tour de Qatar y también segundo en la Het Volk que abrió la temporada belga. Pero para entonces ya padecía los dolores de rodilla que comenzaron por una caída en la Vuelta al Algarve. Fue el inicio del calvario. Ya no se volvió a recuperar.
Reapareció en la Vuelta a California pero volvió a caerse y se lastimó, de nuevo, la rodilla. La misma. Su desesperación le hizo cometer algunos errores que fueron noticia. En mayo terminó en comisaría tras una noche de juerga en la que tuvo un accidente de coche conduciendo con una tasa de alcohol por encima del límite legal. Ya con el Tour en el horizonte apareció en la Vuelta a Suiza donde ganó una etapa, pero al día siguiente volvió a caerse en el esprint. Adiós a la temporada. No volvió a competir.
Pero ha vuelto. Y ha vuelto para ganar. Qatar (dos etapas, y segundo en la general como en su espléndido 2009) debe ser solo el inicio de una temporada brillante. Sobre todo en las clásicas.
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