La Vuelta a España tiene dos cosas muy buenas este año: el recorrido y la incertidumbre. Abraham Olano y Paco Giner han diseñado un itinerario muy moderno, acorde a los gustos de los aficionados de hoy en día. Es lo que hace falta. El ciclismo necesita ajustarse a las exigencias de los aficionados, que piden, sobre todo, espectáculo. Seguramente la filosofía de que el ciclismo debe ser un deporte en el que los protagonistas deben enfrentarse a todo tipo de dificultades, cuanto mayores mejor, ha quedado obsoleto. Hoy en día se prima la vistosidad, el movimiento, los ataques, el descontrol y esta Vuelta está ofreciendo mucho de todo eso. Tanto en Valdepeñas de Jaén, en Córdoba o en San Lorenzo del Escorial ha habido más espectáculo que en Sierra Nevada y tantas diferencias (o más) como en La Covatilla.
Por otra parte nadie sabe quien puede ganar la carrera. Es una buena noticia. Algunos de los esperados no están (Igor Anton, Michele Scarponi, Denis Menchov, Carlos Sastre). Otros muestran altibajos (Joaquín Rodríguez, Van den Broeck, ). Y hay alguno que otro que se ha presentado inesperadamente (Wiggins, Mollema, Kessiakoff, ). El único que se está mostrando según lo pronosticado es Vincenco Nibali, el ganador del año pasado, y quizás, el de este.
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