Sin Fabián Cancellara entre los participantes Tom Boonen va tan sobrado que se permite exhibiciones que jamás ha osado. Nunca, y ya había ganado tres anteriormente, había ganado la Roubaix tan sobrado, con semejante exhibición de fuerza. Seguramente nunca ha estado tan pletórico. Fuerza ha tenido siempre, es un don natural. Rapidez también. Tampoco le ha faltado visión de carrera ni equipo, pero si quizás la madurez que cuenta hoy en día. Una característica que ha adquirido con los errores que cometió en los 2-3 años pasados y que le hicieron ver el precipicio al que conducía su carrera deportiva.
Con la demostración de hoy Boonen no sólo ha igualado el récord de 4 victorias del gran Roger De Vlaeminck, si no que ha establecido uno más. Es el único corredor de la historia que ha repetido el doblete Flandes-Roubaix en la misma temporada. La ostentación de facultades que ha hecho también ha estado a la altura de los mejores de la historia. Casi 55 kilómetros en solitario. Podía haber ganado de otra forma, aprovechándose más del trabajo de sus compañeros, de los defectos de sus adversarios, podía haber esperado al esprint o a algún tramo de pavés que no estuviera excesivamente lejos del velódromo, pero lo ha querido hacer casi todo sólo. Y lo ha hecho, vaya si lo ha hecho. Ha convertido los pavés en su particular alfombra roja, ha mandado al infierno a un Sky que lo ha dado todo por el incombustible Joan Antoni Flecha y ha minimizado el esfuerzo de hombres como Ballan, Boom o Pozzato, que no ha podido superar una caída ni el golpe psicológico de ver rodar a Boonen como un auténtico dios del pavés.
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