El ciclismo tiene mucha cosas que mejorar. El periodismo también. Nada más grabarse la entrevista de Lance Armstrong con Oprah Winfrey medios de todo el mundo se han hecho eco de lo que supuestamente ha admitido el exciclista tejano. Algunos, en cambio, han excluido cualquier supuesto y han dado la noticia como si hubieran visto la entrevista, cosa que no ocurrirá hasta la madrugada del jueves al viernes. Hay periodistas que cumplen con el código deontológico al mismo nivel que los ciclistas que nos ocupan cumplieron con el reglamento antidopaje.
Según el US Today Armstrong utilizó practicas dopantes desde mediados de los noventa. The New York Times ha publicado que Armstrong ha declarado contra miembros de la UCI haciéndoles cómplices de otros casos de dopaje. En un principio se dijo que Armstrong acudió a la entrevista con los abogados, poco después el mismo periódico español que publico dicha noticia lo ha desmentido. Podría apuntar más cosas que se han publicado sin ningún tipo de rigor.
Haya dicho lo que haya dicho Lance Armstrong, nada me sorprenderá. Llueve sobre mojado. Pero antes de hacer ninguna valoración sobre la entrevista, esperaré a verla o leerla en su integridad. Creo que es lo mínimo que debían haber hecho los medios de comunicación para cumplir con la credibilidad que exigen a otros.
Se dice que Armstrong devolverá a las arcas públicas una considerable cantidad de dinero que ganó durante su carrera en el Us Postal. Ese gesto le honraría, el contribuyente americano no es culpable de nada. No así los patrocinadores como Nike, Giro o Trek que en ningún caso pueden tener la catadura moral de pedirle nada, ya hicieron suficiente negocio a sabiendas de lo que se cocía en el equipo de Bruyneel.
Aquí los analistas que tanto saben y entienden de ciclismo en ningún momento han planteado nada parecido. ¿Cuantos euskos ha devuelto Landaluze a las arcas de las diputaciones y del Gobierno Vasco? Es más, otros como Astarloza siguen ahí chupando del bote del contribuyente ante la pasividad total de los periodistas. Indignante.