Cuando Tom Boonen irrumpió con fuerza en la Paris-Roubaix de 2002 (fue tercero), tan solo contaba con 21 años. Un insulto para la carrera, que como otra ninguna exigía que los vencedores fueran además de ciclistas muy curtidos, con un amplio conocimiento de la prueba y con una edad cercana, y en muchos casos superior, a los 30 años. Al igual que entonces el gigante de Mol sigue rompiendo las normas del Infierno del Norte, porque con tan sólo 27 años, ya figuran en su palmarés dos victorias de la Paris-Roubaix y otros dos podium.
Sin duda se trata de un corredor que reúne todos y cada uno de los requisitos imprescindibles para ganar la Paris-Roubaix, la carrera que mejor se adapta a sus condiciones junto con el Tour de Flandes, que ha ganado también en dos ocasiones. Es alto y pesa mucho, cualidad que le garantizan una gran potencia y no botar mucho en el pavés. Pero la mayor diferencia con respecto a muchos de sus adversarios es la punta de velocidad, algo que le hace casi imbatible en ese tipo de carreras tan largas como demostró ayer una vez más.
Por otro lado, además de haber crecido amamantado por la filosofía del ciclismo flamenco, cuenta con un equipo que le arropa totalmente y con el director, Patrick Lefvere, que más victorias cuenta en la Paris-Roubaix: 9 en los 13 últimos años.
Creo que las claves de la victoria de su segunda Paris-Roubaix fueron el haber acertado plenamente con la preparación, y la poca incidencia de las estrategias. Aunque desde el 19 de febrero Boonen no había ganado una sola carrera, a partir del G.P. Harelbeke (29 de marzo) ha sido el corredor más en forma del pelotón en este tipo de carreras, la misma situación que vivió poco antes Fabian Cancellara cuando ganó la Montepaschi Eroica, la Tirreno-Adriático y la Milán-San Remo.
Lo que impidió que Boonen ganara el G.P. Harelbeke fue una escapada que gozaba de una amplia ventaja, y en Flandes la brillante estrategia de su equipo tuvo más importancia que su descomunal fuerza. Ayer, en cambio, las estrategias no fueron decisivas aunque también tuvieron su protagonismo, sobre todo, cuando se escaparon Stijn Devolder y Stuart O’Grady. Si esos dos corredores hubieran llegado escapados, hubiera sido una victoria basada en la estrategia, pero cuando lo hicieron Boonen, Cancellara y Ballan lo hicieron por fuerza, aunque es cierto que el movimiento anterior facilitó esa acción al quemar totalmente a Johan Vansummeren y en cierta forma a Leif Hoste, su compañero de equipo. Pero no creo que eso fuera decisivo, porque llegado el momento, se hubieran escapado de igual forma.
Lo que está claro es que una vez más vivimos otra gran jornada de ciclismo que no dejó indiferente a ningún amante de este deporte.
Comentas que un ciclista de mucho peso tiene ventaja en los pavés, a qué es debido?
Uno de los problemas del pavés es que al ser un firme totalmente irregular, la bicicleta bota mucho, y en consecuencia se pierde la tracción con lo que en esas milésimas de segundo que la rueda no está en contacto con el suelo no se transmite la fuerza que está desarrollando el ciclista y por tanto la eficacia del pedaleo se ve limitada.
Los corredores de mucho peso no botan tanto y por ello pedalean con más eficiencia que los corredores ligeros. Esa es una ventaja sustancial. Además la resistencia a la rodadura es superior que en las superficies sobre asfalto y por ello la potencia con la que cuentan, normalmente, los corredores más pesados también supone una ventaja.
El problema de la tracción sobre el pavés es tal, que muchos equipos se han convertido en auténticos laboratorios para examinar el material más adecuado en ese tipo de superficies. No existe un acuerdo total en este apartado, y algunos se decantan por el aluminio porque según ellos, ofrece un mejor equilibrio entre rigidez y flexibilidad. Otros en cambio, prefieren el carbono, más rígido que el aluminio. Lo que parece que todo el mundo ha descartado son las llantas de carbono, que si parecen ser demasiado rígidas con lo que la bicicleta bota mucho sobre el pavés.
Con la intención de que la bicicleta amortigüe mejor el pavés, la mayoría de los ciclistas reducen la presión habitual en los tubulares (más anchos y con más balón que los de uso normal) en un kilo aproximadamente, y aquellos que tienen la opción de elegir el cuadro se decantan por cuadros más largos (unos dos centímetros), sobre todo el triangulo trasero.
Sin duda se trata de un campo en el que la investigación puede ofrecer datos interesantes en el futuro.