La segunda etapa de la Vuelta al País Vasco ha dejado una sorpresa mayúscula. Ha ganado Mikel Landa, un corredor que había dejado de serlo durante los meses de invierno por un mal que aún él mismo desconoce. Ha sido como una aparición, nadie se lo esperaba. Pero no pierdan el tiempo en razonarlo, ni intenten juzgar a Mikel Landa como al resto de ciclistas. Errarán en el resultado. Que no se les ocurra fijarse en las carreras anteriores para predecir lo que puede hacer en las próximas. No busquen resultados, ni entrenamientos ni concentraciones, nada hace presagiar lo que puede hacer el corredor alavés. No es un ciclista al uso. Es un genio, un artista. Un ciclista con magia.
Lo que ha hecho en la segunda etapa de la Vuelta al País Vasco con final en la ermita de Garrastatxu, un camino de cabras con un pendientes del 19%, escapa a todo razonamiento lógico. Ha pasado de estar medio enfermo a burlarse de los hombres más en forma del pelotón, los grandes especialistas de vueltas pequeñas y grandes. Ya saben, Alberto Contador, Nairo Quintana y compañía. Aún no sabe que le impidió comenzar la temporada en Valencia como tenía planificado, o correr Andalucía y luego Tirreno-Adriático. No han detectado nada, pero ya no importa. Sabe que se sintió corredor en la Coppi-Bartali hace dos semanas. Y que en País Vasco, su casa, se siente campeón. Así es él, pasa de la nada al todo, del todo a la nada en un santiamén. Como Oscar Freire, otro genio.
En parte está siendo una temporada calcada a la pasada. Nada hasta País Vasco. Todo a partir de ahí: dos etapas del Giro de Italia y el tercer puesto; y, etapa en la Vuelta a España. Pero hay un detalle que merece ser destacado. La victoria del año pasado fue gracias a una escapada, la de ayer en disputa directa con los mejores. Hay una diferencia sideral. Partiendo de esa premisa, esta temporada puede superar todo lo que realizó hace un año. De momento está de líder, una situación que desconoce pero que no le provocará el más mínimo desasosiego. No hay presión que le desequilibre, tiene madera de campeón, una personalidad tan fuerte como su físico.
Pero no cometamos el error de hacer pronósticos lógicos, jamás acertaríamos. No con Landa, con él solo hay que esperar. Esperar otra genialidad.
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