Tom Boonen debería de saber que esas cosas no se hacen, o al menos no se deben. Si no, le volverá a ocurrir lo que le sucedió en el G.P. Schoten, prueba que corrió el pasado miércoles en Amberes, muy cerca de su localidad natal, Mol. El reciente vencedor de la París-Roubaix comenzó a celebrar una victoria, que creía segura, antes de tiempo y en el último golpe de pedal apareció, de repente, el jovencísimo Mark Cavendish que con tan solo 21 años ya ha inscrito su nombre en dos ocasiones en la carrera belga. Eso sí, el campeón belga, consciente del error, se lo tomó con filosofía ocultando su sensación de ridículo bajo una sonrisa sincera. Con esta carrera Boonen cierra el primer ciclo de la temporada y ya ha anunciado que su siguiente objetivo será el maillot verde del Tour de Francia, objetivo que ya logró el año pasado.
Sin duda, es un buen ejemplo para recordar la Milán-San Remo de 2004, aquella en la que Oscar Freire apareció bajo el sobaco de Erik Zabel, para sorpresa mayúscula de éste que tuvo una celebración amarga de la quinta Milán-San Remo que nunca logró.
Y es que los grandes campeones también cometen errores de bulto.
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