A veces los campeones no se comportan como tales. Y Paolo Bettini está incurriendo en ese error en demasiadas ocasiones. Que vaya por delante que el actual Campeón del Mundo merece todos mis respetos como corredor. Me atrapó en el Campeonato del Mundo de Lugano en 1996, cuando en el Campeonato Sub-23 se clasificó en cuarta posición pero sus compañeros de selección, Giuliano Figueras, Roberto Sgambelluri y Luca Sironi, le hicieron subir al podium por la gran carrera y labor de equipo que había realizado. El grillo lloraba como un bebé por no haber obtenido una medalla, que por otra parte, merecía como nadie.
Más tarde, ya en profesionales, todos hemos sido testigos, primero de su honestidad como compañero, y más tarde como uno de los mejores clasicómanos de la historia. Sin embargo, tengo la sensación de que no está sabiendo digerir su declive.
En la Liege-Bastogne-Liege, por ejemplo, actuó de forma incompresible, casi ridícula. Primero, se exhibió en La Redoute, realizando un adelantamiento tan llamativo como baldío. Y más tarde, en Sprimont, atacó de una forma tan chulesca, que sólo sirvió para desvelar todas sus carencias físicas y tácticas. Primero porque después del puerto había un terreno llano en el que los compañeros de sus adversarios podían realizar un trabajo de caza sin que ello implicara gastar un gramo de fuerza a sus líderes. Y segundo, porque, incluso de haber sido el más fuerte, desveló sus cartas con demasiada prontitud.
No dudo que Bettini no supiera que aquello era un ejercicio absolutamente inútil, realizado, seguramente, de cara a la galería, pero creo que un Campeón del Mundo no debe actuar con tanta arrogancia, máxime cuando sabe que no está para esos alardes.
Todo lo contrario se puede decir de Alejandro Valverde y los hermanos Schleck. Todos ellos supieron leer correctamente el guión de la carrera, y sus estrategias, aunque totalmente opuestas, fueron las correctas dadas las diferentes características de los protagonistas. Tal y como reconoció Valverde, Frank Schleck volvió a ser el más fuerte, pero carece de la rapidez que, en esas condiciones, le sobra al doble vencedor de la Liege-Bastogne-Liege.
Aupa Xabier, lo que yo no entendí fueron las arrancadas de Frank, cuando su hermano Andy iba por delante. ¿Por qué lo hizo, viendo que Andy tenía serias opciones de ganar la Lieja?