No es que el hecho sea una novedad, pero me está resultando llamativo y esperanzador la cantidad y sobre todo la forma en la que se está produciendo. Me refiero a las victorias que se están dando en solitario y en las que se está dando una similitud: todas son escapadas que se forman en los kilómetros finales, cuando la lucha por la victoria está en su punto álgido.
Alejandro Valverde en Murcia (70 kilómetros de exhibición de todas sus virtudes), Tim Wellens en Mallorca, Tony Martin en Valencia, Damien Howson en el Sun Tour, Lilian Calmejane en Besseges, Diego Ulissi en el G.P. Etruschi, o Fabio Felline en el Trofeo Laigueglia, han ganado en solitario en este comienzo de temporada, una forma de triunfar que estaba cayendo en desuso ante la superpotencia de los equipos más grandes, que lo calculan y lo controlan todo hasta convertir el ciclismo casi en una ecuación matemática. También podríamos apuntar aquí las dos etapas de Richie Porte en el Down Under o Nairo Quintana en Valencia, porque también se debieron a ataques de última hora, pero hay una gran diferencia entre ellas. Las de Porte y Quitana se produjeron en los últimos kilómetros de la última subida, allí donde el trabajo en equipo se reduce casi al cero por falta de unidades o de fuerza. En cambio, en todas las anteriores, aunque es cierto que el ataque decisivo se produjo en subida, hubo luego que rendir cuentas ante el pelotón en el llano, circunstancia en la que en la mayoría de ocasiones la osadía de los aventureros sale perjudicada ante el empuje de un pelotón que liderados por equipos que cuentan siempre con esprinters apagan los fuegos de hasta los pirómanos más empedernidos.
Aunque esa forma de triunfar espectacular y emocionante se haya repetido este año en más ocasiones que las habituales, tampoco conviene empapuzarse de optimismo y pensar que, de la noche a la mañana, el ciclismo cambiará su forma de correr y cada carrera de convertirá en una obra de arte, porque ya llegarán las grandes clásicas y las grandes vueltas para que los equipos ejerzan la ley de los más fuertes y decaigan las esperanzas de ver más luchas directas entre los mejores. Pero por de pronto, lo vivido hasta el momento ha supuesto una alegría para los amantes del ciclismo ofensivo.
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