Desde que María Dolores de Cospedal inaugurara aquella bochornosa rueda de prensa en la que intentó argumentar el despido del extesorero Bárcenas, parece que todo lo injustificable debe hacerse en diferido.
Los especialistas en derecho laboral aún andan enredados intentado descifrar aquella especie de jeroglífico verbal que introdujo la secretaria general del PP para enredar aún más el simulacro de despido del extesorero Luís Bárcenas argumentando que fue una “indemnización en diferido” o “simulada”. Y tanto que simulada porque de real no tuvo nada.
Últimamente ha habido algunos acontecimientos que me han recordado la triste imagen de la actual ministra de defensa. El Sky anda enredado en una maraña de dimes y diretes de la cual su imagen no creo que salga indemne. El misterioso paquete que Simon Cope llevó a Wiggins a la Dauphiné Liberé en 2011 y todo lo que se ha sabido a raíz de ese obscuro suceso, ha creado para el Sky la crisis más grave desde su fundación. Evidentemente han tenido que dar explicaciones y no sólo a la prensa si no al parlamento británico, y muchos de sus argumentos han sonado ridículos. Que si era un descongestionante nasal, que si los corticoides recibidos eran para el staff técnico, que si el propio Dave Brailsford recibió alguna infiltración de la sustancia, que si el ordenador del médico fue robado, que si los anabolizantes recibidos fueron devueltos de inmediato….cualquiera que tenga un mínimo pasado en el ciclismo sabe de sobra que son respuestas evasivas para ocultar una realidad que no se quiere desvelar. Son los mismos pretextos que se utilizaban en el pasado ante hechos graves.
No voy a comparar la situación actual con ese pasado en el que todos fueron protagonistas y nadie asume su responsabilidad más que aquellos que fueron sancionados en instancias deportivas o fuera de ellas, porque los hechos, aunque de la misma naturaleza, no presentan la misma gravedad. Me fio de los corredores que habiendo pertenecido al Sky y habiendo sido críticos con ciertos comportamientos (Michael Barry y Nicolas Roche) no han desvelado ninguna circunstancia equiparable a los peores años del ciclismo. Ahora bien, es evidente que tampoco existe la pulcritud de la que ha venido haciendo gala Dave Brailsford.
Otro que últimamente está ofreciendo razonamientos en diferido es Alberto Contador, un gran corredor que no acierta a estar a la misma altura en sus declaraciones. Dijo el sábado al final de la séptima etapa de la París-Niza, que había dudado entre ir a por la etapa o a por la general, como si la duda hubiera sido una opción voluntaria y no, como pudo ver todo el mundo, una situación devenida por la imposibilidad de seguir a Richie Porte, ganador de la etapa. No entiendo ese intento de buscar disculpas y confundir a la gente cuando la realidad es tan evidente. ¿Acaso era contraproducente ir a por la etapa para sus objetivos en la general? ¿O es que fue una opción espontanea dejar marchar a Porte cuando esa circunstancia no garantizaba ni la etapa ni más ventaja en la general? Vamos! Creo que con ese tipo de coartadas Alberto Contador hace un flaco favor a su figura y sería mucho más elegante reconocer por su parte que no pudo ir a por la etapa por ser, en ese momento, inferior a Porte y que entonces intentó descolgar a Henao para provecho de la general.
Hecha esta crítica, también considero que Alberto Contador ha hecho, una vez más, méritos para dedicarle unas líneas de elogio por el encomiable intento de llevarse la carrera con una última etapa memorable. Artículo que le dedicaré mañana o pasado.
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