Cualquiera diría que viendo el dominio del Sky, tanto en la clasificación general así como el poder absoluto que está ejerciendo en cada kilómetro de este Tour de Francia, dudar de su victoria sería una temeridad difícil de argumentar. A bote pronto, parece que están incluso en la condición de poder escoger el ganador, decidirlo en un cara o cruz, o sortearlo al azar. Pero nada es tan sencillo como parece en el ciclismo, y menos en el Tour de Francia.
El Sky tiene una duda que se llama Geraint Thomas y un problema que se llama Tom Dumoulin. En cuanto al sorprendente líder la incógnita proviene de su pasado irregular. Desde que Thomas decidiera hace unos cuatro años abandonar aquello que más le apasiona, las clásicas del pavés, y se decantara por encaminar su carrera deportiva en las pruebas por etapas, el galés ha demostrado en más de una ocasión tener un motor impresionante capaz de rendir de maravilla a las bajas revoluciones que exigen los puertos más largos. En 2015, se encontraba en cuarta posición en la 18ª etapa del Tour pese a estar trabajando para Froome. De repente, en la etapa de La Toussuire perdió casi hasta el honor: 22 minutos, y bajó hasta las catacumbas de la clasificación: 15º, su mejor puesto hasta el momento en la carrera francesa. Ese, y algún ejemplo más, impiden tener plena confianza en sus posibilidades de cara a la tercera semana, porque hasta que no se demuestre lo contrario Thomas tiene el peligro de tirar todo por la borda en un día malo del que, la verdad sea dicha, nadie está a salvo, o sino que le pregunten a Tom Dumoulin lo que le pasó en la Vuelta a España de 2015. o a Simon Yates en este último Giro de Italia.
Sin embargo, también existe un fuerte argumento para contraponer a la exposición anterior. En primer lugar Thomas no ésta, de momento, soportando la presión que conlleva el maillot amarillo. La sombra de Froome es muy alargada y la mayoría de las miradas se centran en él, si cabe incluso más por el caso del Salbutamol. Pero los que realmente se decantan por una victoria de Thomas lo hacen por la fortaleza que está demostrando en cada examen que se le está presentando, superados todos y cada uno de ellos con sobresaliente. Parece estar en su año mágico, algo similar a lo que vivió Damiano Cunego en el Giro de 2004 (General y cuatro etapas, imponiéndose a su compañero de equipo y principal favorito Gilberto Simoni). En un estado de forma en el que todo fluye con naturalidad pese a ser la primera vez que se encuentran en semejante dilema. Nada parece perturbar su estado de ánimo, lo ha asimilado todo como si la cosa no fuera con él, sin darle apenas importancia, como si fuera un regalo que no le pertenece y por ello, sin temor a perderlo, que en ocasiones es la mejor forma de ganarlo. Y su cuerpo parece acompasar a la perfección el juego que se trae entre manos. Si Thomas sigue así, nada ni nadie podrá arrebatarle el maillot que viste cada día más convencido, pero, ¿y si no sigue? ¿Si hace crack en algunos de los días de los Pirineos? Ahí está el problema, y la solución no es fácil.
Ante esa duda, está claro que el Sky no puede apostar todo a la carta de Thomas, porque se puede romper. Hay que jugar también la de Froome, y para ello es imprescindible que Froome ataque para distanciar a Dumoulin. Si Thomas falla Froome no puede ganar el Tour con Dumoulin a 11 segundos. Sería demasiado arriesgado jugarse todo en la crono de Ezpelette. Dumoulin es Campeón del Mundo de la especialidad. Por tanto Froome debe atacar y cuanto antes mejor porque de lo contrario no quedará recorrido para retrasar al holandés, y quizás ni con lo que hay lo puedan conseguir. Por tanto, yo daría total libertad a los dos Sky para que hagan su carrera. Froome debe atacar y Thomas aprovecharse de esa situación para también defender su puesto. Evidentemente todo conlleva un riesgo, porque podría darse el caso que ni Froome pueda distanciar lo suficiente a Dumoulin, y que éste se acerque peligrosamente a Thomas, a quien también tiene la obligación de atacar porque con el retraso actual nada podría hacer en la crono contra el Campeón británico de la especialidad. Por eso, tampoco el holandés está exento de problemas. Todas esas hipótesis están abiertas ante los Pirineos y la expectación es máxima, pero no cabe lugar a dudas que pese a dominar la carrera los Sky tienen una piedra muy molesta en sus zapatos.
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