Sin Chris Froome en la línea de salida de Bruselas, cualquiera de los serios aspirantes a la victoria en París puede ganar este año el Tour de Francia. ¿Quién se atreve a negar que el reciente ganador de la Dauphiné no pueda imponerse también en el Tour de Francia como lo hizo el año pasado de forma sorprendente Geraint Thomas, o Froome, Wiggins, Armstrong, Indurain e Hinault con anterioridad? Pero, ¿quién tiene la osadía de afirmar lo contrario, cuando la estadística demuestra que desde 1980 solo se ha dado ese caso en 9 ocasiones?
¿Por qué no confiar en que Geraint Thomas brille como el año pasado sobre las montañas, pese a que muchos piensen que será un caso como el de Roche, Delgado, Riis, Pantani, Ullrich, Sastre, Evans, Wiggins, Nibali y otros muchos ganadores que no tuvieron margen de volver a repetirlo? ¿Por qué descartar de salida que Nairo Quintana, dos veces segundo y otra tercero, no pueda este año cumplir su sueño amarillo? ¿Es suficiente presentar la clasificación de la reciente Dauphiné para negarlo, cuando ha habido casos que han tenido un resultado similar o mucho peor en la Dauphine y finalizaron ganando la gran carrera francesa?
Los franceses están seguros que algún día tendrá que llegar el fin de la pesadilla de permanecer 34 años sin ganar su carrera, y están convencidos que este año, con tan solo 27 kilómetros contra el crono, sus dos mejores escaladores de los últimos años, Pinot y Bardet, ofrecerán una victoria que las nuevas generaciones aún no han conocido. Y tampoco parece una idea descabellada, porque los dos han estado en el pódium y este año el lastre de la pérdida de tiempo contra el crono no será tan pronunciada como en años precedentes.
De acuerdo que Tom Dumoulin está presentando algunos síntomas negativos por las dudas que genera su rodilla tras la caída en el Giro de Italia y la retirada por precaución en la Dauphiné, pero su pasado reciente demuestra que es un corredor capaz de rendir al máximo nivel con muy pocos días de competición. El año pasado se presentó en el Giro con solo 11 días de competición y muchas dudas. Finalizó en segunda posición, puesto que repitió en el Tour.
Mikel Landa se presentará sin despojarse del todo del ajetreo que siempre supone disputar el Giro de Italia, y aunque hace dos años estuvo a punto de hacer pódium tras el Giro, nada tiene que ver disputarlo en días alternos, escogiendo las etapas a exprimirse del todo, a tener que hacerlo prácticamente a diario. De todas formas, de Landa se puede esperar cualquier cosa porque no responde a patrones preestablecidos por la lógica habitual.
De Egan Bernal se podría decir que aún es un corredor inmaduro, demasiado joven (22 años) e inexperto para semejantes propósitos, pero ¿acaso no lo eran Laurent Fignon y Gimondi cuando lo ganaron también a los 22? Los genios nunca son demasiado jóvenes ni demasiado viejos para nada.
Seguro que casi nadie apuesta por Richie Porte, Rigoberto Uran, Adam Yates, Dan Martin o Steven Kruijswijk, y quizás sea una buena decisión porque siempre les pasa algo fuera de lo común o son demasiado lunáticos para cumplir con las exigencias de una carrera de tres semanas, pero por ello mismo no se atrevan a poner la mano en el fuego.
Si el pronóstico se trata de una cuestión de fe, no hay nada que discutir porque ningún razonamiento se impone a la esperanza, pero si realizamos el ejercicio de intentar argumentarlo de forma razonable, la Dauphiné ha demostrado que cualquier resultado es viable por casual que parezca. No es un mal comienzo para la carrera más esperada.
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