Ha habido muchos aficionados que se han pasado el último lustro criticando al Sky (ahora Ineos) como si fuera el culpable original del ciclismo actual, de llevarse las carreras, sobre todo el Tour de Francia, sin permitir a los adversarios tan siquiera soñar con la victoria. Ha habido algunos incluso que se han ensañado con la formación británica infligiéndoles, en mi opinión, una reprobación desmesurada, quizás sin darse cuenta que lo único que ha hecho el equipo de Brailsford es heredar una forma de proceder no ajena a otros equipos del pasado con una superioridad similar. Cierto que como filosofía es limitada, aburrida y monótona, pero segura como ninguna otra si se cuenta con los medios adecuados, o sea, un hombre que marque la diferencia en los momentos decisivos. No exige imaginación ni riesgo, solo control y remate, cosa tampoco sencilla.
La Vuelta a España ha decaído en interés desde que Primoz Roglic se endosó el maillot rojo de líder tras la crono de Pau y el Jumbo-Visma controla con rigurosidad todo lo que pueda resultar peligroso para sus intereses. Hasta ese momento, el cambio en el primer puesto de la clasificación fue una constante, desde entonces siempre ha tenido el mismo dueño y todo hace indicar que nada vaya a cambiar. Seguro que viendo las últimas etapas de la Vuelta a España, más de uno identificó la forma de actuar del Jumbo-Visma con el Sky, el Us Postal de Armstrong, el Astana de Contador, la ONCE de Jalabert y Zulle, o, si quiere, con el Mapei-Clas de Tony Rominger. El desarrollo de las etapas y su desenlace fueron equivalentes a otras en la que la superioridad de un equipo le permite hacer y deshacer la carrera a su antojo, incluso permitirse la victoria de etapa. Es una especie de Catenaccio llevado al ciclismo, tan efectivo como aburrido, carente de ningún interés, a excepción de la victoria de etapa o de los 2-3 últimos kilómetros del pelotón, donde es imposible lograr mayor rédito que unos pocos segundos que poco o nada solucionan al ciclista que necesita remontar. Esta claro que el problema ni era el Sky, ni es el Ineos, no es el recorrido ni la actitud de los adversarios, que extenuados y desolados ante el panorama que se les presenta poco o nada pueden intentar, al margen de mantener lo que cada uno posee en ese momento.
El problema principal, como ya he anunciado en más de una ocasión, es la capacidad de ciertos equipos a anular completamente al adversario con una superioridad aplastante, y ese problema persistirá siempre que se permita unir en un mismo equipo a los tres últimos ganadores del Tour de Francia (Ineos), al que además se les unirá en 2020 el ganador del último Giro de Italia (Richard Carapaz), o todas las alternativas a ese desorbitado potencial se concentren en el Jumbo-Visma (Roglic, Tom Dumoulin, Steven Kruijswijk). Un dato: los cinco primeros clasificados del Tour de Francia del 2018 pertenecerán a esos dos equipos el año que viene.
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