Alejandro Valverde ha ganado la Dauphiné Liberé y con ello, presenta unas credenciales hasta ahora desconocidas en el corredor murciano. Al margen de la victoria absoluta en la vuelta francesa, considero más decisiva su progresión en las cronos. Valverde nunca ha ganado una contrarreloj del nivel de la Dauphiné, hecho que demuestra su evolución en esa disciplina tan decisiva. Sin embargo, su visión estratégica de la carrera sigue siendo nefasta. Todo el mundo sabe que Valverde posee unos 500 metros extraordinarios y que gracias a esa cualidad que le otorgan su fibras rápidas es capaz de esprintar y ganar cualquier carrera, o de distanciar a sus adversarios a pesar de ir muerto. Pero, por el contrario, no es capaz de resistir en ese extremo más de un minuto. Él, en cambio, sigue empeñado en atacar a falta de cinco o seis kilómetros para las llegadas en alto, hipotecando, en muchos casos, sus opciones en la General. Le ocurrió en la Vuelta a España de 2006, y ha vuelto a cometer el mismo error en la Dauphiné Liberé. A pesar de ello, ha ganado.
Pero el motivo de este post es si verdaderamente interesa ganar la Dauphiné Liberé para luego rendir al ciento por ciento en el Tour de Francia. La historia y las estadísticas nos indican que no. No se trata tanto del puesto que se consiga en la Dauphiné, sino el momento de forma y el esfuerzo que se realiza para lograr ese puesto. Si el corredor se encuentra a su nivel máximo a mediados de junio, difícilmente podrá mantenerse en ese estado de gracia hasta finales del Tour de Francia. Hay cuantos ejemplos se quieran para demostrar esa teoría.
El año pasado Christophe Moreau dio una auténtica exhibición en la Dauphine, y según avanzaba el Tour de Francia su forma y sus puestos en la General decayeron hasta el puesto 37º. En cambio, Contador fue sexto en la misma carrera y terminó ganando la gran ronda francesa.
En 2006, Landis se clasificó en el puesto 60º en la Dauphiné y luego fue el más fuerte en el Tour, aunque el ganador oficial fue Oscar Pereiro, que no logró más que un discreto 14º puesto en la Dauphiné.
No se olvidará con facilidad la demostración de Iban Mayo en la Dauphiné de 2004 en la que distanció en casi dos minutos al mismísimo Lance Armstrong en la cronoescalada al Mont Ventoux. En el Tour se retiró viendo por la televisión la victoria del americano. Y uno de los mejores ejemplos para razonar esta teoría es precisamente el propio Armstrong. Pese a ser muy superior a todos sus rivales en el Tour de Francia, el recordman del Tour tan sólo ganó dos ediciones de la Dauphiné en sus seis participaciones. E incluso el propio Miguel Indurain pagó los excesos de su victoria en la Dauphiné de 1996 acabando el Tour en el puesto undécimo.
Si Valverde será víctima o no de esta teoría sólo lo dirá el tiempo, pero los datos no parecen estar de su parte. La respuesta la tendremos a finales de julio.
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