Mathieu Van der Poel ganó ayer una carrera más de cyclo-cross, la quinta prueba de la Copa del Mundo disputada en Koksijde. No es ninguna noticia, ya lo sé, ni eso ni que lleve siete victorias de siete participaciones en esta temporada. Es algo a lo que nos tiene acostumbrados y todo hace indicar que todo seguirá igual porque la diferencia entre él y resto de los mortales es sideral. Solo él puede impedir que no gane alguna de las carreras que disputará hasta el Campeonato del Mundo, su última prueba de la temporada invernal para luego, involucrarse por completo en la carretera y, poco más tarde, después de la París-Roubaix, en el Mountain Bike, donde pretende, sobre todo, ganar la prueba de los Juegos Olímpicos de Tokyo.
Aún a riesgo de quedarme corto, muy corto, lo único que pretendo con estas líneas es elogiar el rendimiento y la profesionalidad de Mathieu Van der Poel porque sin que nadie le obligue a ello es capaz de ofrecer lo mejor de él para el deleite de todo aquel que lo quiera presenciar. Creo sinceramente que nadie se ha acercado tanto a la perfección como él, ni tan siquiera mi admirado Sven Nys, al que aún sigo considerando el mejor especialista de todos los tiempos pero me temo que de seguir así perderá el título en favor del holandés, a quien no se le advierte, de momento, límite alguno. Lo que realizó ayer en la arena de Koksijde fue, en mi opinión, una obra de arte. He presenciado, in situ, grandes carreras en ese circuito. Aún recuerdo la exhibición que se dio allí Niels Albert en 2012 cuando se proclamó Campeón del Mundo por segunda vez, pero, aunque reconozco que es un análisis muy subjetivo, lo que hizo ayer Van der Poel, fue algo descomunal.
Al tener pocos puntos en la Clasificación de la Copa del Mundo (no participó en las primeras tres carreras), salió en la tercera fila, pero pasó a la última por una caída que se produjo en la primera curva que le obligó a echar pie a tierra. Habrá que dar gracias a ese percance porque es cuando se pudo ver lo mejor de Van der Poel en toda la temporada y quizás en su carrera. A partir de ese instante se dedicó a componer una sinfonía para los dioses, él mismo reconoció tras la carrera haber realizado, seguramente, la mejor primera vuelta de toda su trayectoria. Paul Herijgers fue más allá. El Campeón del Mundo de la especialidad en 1994 en ese mismo circuito y actualmente en labores de comentarista en la televisión belga Sporza, declaró no haber visto jamás semejante exhibición.
Koksijde es un recorrido que exige exhibir lo mejor de cada uno en cada pedalada, sobre todo fuerza y Van der Poel lo tuvo en abundancia. Es capaz de llevar tres coronas menos que el resto con la misma cadencia lo que le permitió levitar sobre la pegajosa arena que anclaba al resto de participantes. Pero para impedir hundirse en esos tramos no basta con tener una fuerza descomunal y pedalear como un torbellino, a ratos, obliga al ciclista a hacer ejercicios de malabarismo para mantener el equilibrio coordinando movimientos de cadera, espalda, hombro y brazos. A veces Van der Poel se parecía más a una serpiente serpenteando sobre la arenilla que a un ciclista.
Hay otros tramos rápidos que obligan a pedalear como en carretera, con cadencia y eficiencia, y curvas donde hay que dejarse deslizar como en una pista de patinaje en la que el joven holandés parecía estar interpretando una coreografía solo para expertos. También tiene partes que es necesario correr con la bicicleta al hombro o arrastrarla sobre la tierra. En esos tramos su zancada era gigante e imponente y en cada una de ellas parecía pisotear a los adversarios que pasaba y dejaba atrás sin, aparentemente, esfuerzo alguno. Los que quisieron seguirlo cometieron un error. Es algo imposible, fuera de todo alcance. Laurens Sweeck, aprovechó la mala salida de Mathieu para intentar poner tierra de por medio. No es una buena elección picar al Campeón del Mundo, es mucho peor irritarlo. Lo sabe bien Felipe Orts, el Campeón de España que en esa primera vuelta estuvo a su rueda durante un breve margen de tiempo: finalizó a más de cuatro minutos y medio. También lo comprobó Eli Iserbyt, el líder de la Copa del Mundo. El bravo corredor belga intentó pegarse a su rueda pero se hundió hasta el puesto 13º, el segundo peor puesto de la temporada tras el de la víspera, algo que empieza a preocupar en su equipo. Seguro que ayer se sintió diminuto ante la grandeza de su rival.
Ayer Mathieu Van der Poel estaba decidido a realizar una obra de arte y en esos momentos los artistas prefieren estar solos, sin que nadie interfiera en su inspiración. Al resto lo único que les queda es disfrutar de la exquisitez de lo que son capaces.
Responsable: Biolaster, S.L, finalidad: Dar respuesta a las solicitudes de información, legitimación: consentimiento del interesado, destinatarios: no se comunicarán datos a terceros, derechos: Acceder, rectificar y suprimir los datos, así como otros derechos, como se explica en la información adicional. Política de Privacidad.