Éste último fin de semana se han disputado cuatro clásicas y aunque no todas del mismo rango, son carreras de prestigio donde el ganador, normalmente, ofrece el aval de un buen o gran corredor. La mitad de esas cuatro carreras han sido ganadas por corredores del Deceuninck-Quick Step que como todos los años ha comenzado a pasar su rodillo de victorias desde el inicio de la temporada y ya comanda el ranking de victorias con 14 triunfos logrados entre 8 corredores diferentes. No hay equipo que gana más ni con tantos corredores. Es una costumbre que se viene repitiendo en los últimos años y éste no parece que vaya a ser diferente.
La estrategia utilizada en las victorias fue una apuesta clara por la actitud ofensiva y dar libertad a corredores que se lo merecen. En cambio, en la Het Nieuwsblad, la conducta fue más previsible y algo más tradicional, y, no exclusivamente por ello, pero el resultado no fue tan bueno.
Las dos victorias han sido logradas por dos ciclistas que tienen muchas similitudes. Para empezar, Remy Cavagna (ganó la Faun-Ardeche classic) y Kasper Asgreen (se impuso en la más prestigiosa Kuurne-Bruselas-Kuurne), pertenecen al mismo año de nacimiento, 1995, y son dos corredores que han ganado poco pero lo han hecho de forma asombrosa. No es la primera vez que el corredor francés se inmiscuye en una escapada desde el principio, y remata la faena, primero dejando de rueda a sus compañeros de escapada, y segundo, al pelotón sin opción alguna de atraparle. Lo hizo el año pasado primero en California y luego en la Vuela a España en la etapa entre Ávila y Toledo. Las tres victorias han tenido su propio sello, una osadía y forma de actuar fuera de lo común y una fortaleza a prueba de bombas. En California abandonó a su compañero de escapada (Alex Hoehn) a 67 kilómetros para la meta y llegó con una ventaja de más de siente minutos sobre el pelotón. En la Vuelta a España, dejó de rueda a sus compañero de escapada a 26 kilómetros de la meta de Toledo y llegó con el suficiente tiempo como para saborear una victoria en la que demostró saber manejar sus virtudes a la perfección, sacando el mayor rendimiento en el llano y adecuando el desarrollo en las subidas para amortiguar al máximo la perdida de fuerzas. El sábado, en Ardeche, dejó a su compañero de escapada Ted King (NTT) a 50 kilómetros para la meta y esperó a todos sentado en el podium. El segundo llegó a casi tres minutos.
Lo del danés Kasper Asgreen es más de distancias cortas, se trata más de invitar al pelotón a una persecución de unos 20 kilómetros en la que normalmente el desafiante sale perdiendo de la contienda, pero no es el caso de Asgreen, un corredor con una tremenda potencia para el llano, una buena aerodinámica pese a su talla (1’92 cms; 1’86 cms para Cavagna), y una forma de regular sus fuerzas que le convierten en un muy buen contrarelojista (Campeón de Dinamarca el año pasado y Sub-campeón de Europa). Su presentación en sociedad la hizo en el Tour de Flandes del año pasado al escaparse del pelotón en los kilómetros finales y no dejarse alcanzar por el mismo logrando un segundo puesto en una carrera que apenas acabada de conocer. La victoria en la Kuurne tuvo la misma marca registrada pero con algo más de exquisitez por haberla redondeando con un espectáculo único. Atacó en solitario a 30 kilómetros para la meta, alcanzó a los cuatro que iban escapados y dos de ellos se le pegaron a rueda hasta que les provocó tal acidez en la sangre y tanto dolor en las piernas que los hizo explotar por los aires. Siempre es algo grande ganar con el jadeo del pelotón pegado en la nuca y vengar a un sin fin de corredores ofensivos como él que en la mayoría de las ocasiones tienen que realizar labores de contención.
En la Het Nieuwsblad el Deceuninck-Quick Step tuvo una actitud más conservadora o presumible, pero la jugada no le dio el resultado apetecido. Metieron a dos hombres en una escapada de ocho que acabó siendo la decisiva: Tim Declercq, una auténtica locomotora de tirar pero muy negado para la victoria, e Yves Lampaert, un hombre con garantías como para poder confiar en él. El Deceuninck-Quick Step era el único equipo con dos hombres en la escapada, pero en mi opinión no aprovechó de forma adecuada esa mayoría, porque Tim Decelrcq no trabajó solo en favor de su equipo, lo hizo en favor de toda la escapada porque lo único que hizo es tirar del grupo. Creo que hubiera sido más acertado zarandear un poco la escapada para intentar buscar una situación, incluso, más favorable, o en su caso, para obligar a corredores siempre peligrosos como Stuyven (ganador a la postre), Mike Teunissen o Matteo Trentin a trabajar más en cabeza mientras Lampaert podría haber evitado unos relevos que siempre te permiten guardar unos gramos de fuerza que pueden resultar decisivos. No soy tan osado para asegurar que con esa estrategia hubieran ganado, ni mucho menos, porque Stuyven fue el más fuerte en todos los terrenos, pero creo que hubiera sido una forma más adecuada de aprovechar la superioridad numérica e intentar perjudicar algo a los adversarios.
Desconozco si fue por eso o no, pero ayer en la Kuurne pese a contar con uno de los hombres más rápidos de aquel pelotón, Fabio Jacobsen, el Deceuninck-Quick Step intentó primero jugar la baza de la escapada sin someter a todos los integrantes del equipo a garantizar el esprint, una actitud más habitual y conservadora, pero menos productiva en ocasiones. Y el sábado, pese a tener a Julian Alaphilippe como líder del equipo intentó antes que nada aprovechar las cualidades de Cavagna para la escapada y el resultado, salta a la vista, fue mucho mejor.
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